En una entrevista con “Emprendedores & Pymes”, suplemento del diario argentino Ámbito Financiero, Hugo Kantis propone nuevas miradas sobre el emprendimiento con base en metáforas acerca de la fauna y el ecosistema.
El director del Prodem, en la entrevista que le realiza Carlos Liascovich, explica las cualidades específicas de los unicornios, aunque pone reparos respecto de cierta obsesión que gira alrededor de ellos: “Los unicornios son un animal muy raro en el mundo de las empresas de carne y hueso. Es muy importante que los gobiernos los tengan presentes, porque si logramos tener más de ellos que impacten sobre empleo e innovación, pueden incidir positivamente en la sociedad. Sin embargo no hay que obsesionarse: hay sólo 9 unicornios en la región, 4 de ellos en la Argentina, y si nos va bien tampoco cabe imaginar que vayamos a tener más de 10 de acá a cinco años. Ojalá que suceda, pero creo que el foco de especial interés son los emprendimientos y nuevas empresas dinámicas, es decir, aquellas que luego de los tres primeros años de vida, donde se registra la mayor tasa de mortalidad empresarial, salen airosas y convertidas en una pyme con la aspiración y el potencial de seguir creciendo. No son la gran mayoría, pero estimamos que hay cerca de 2000 nacimientos de este tipo por año. El esfuerzo de la política pública debe estar centrado en ellas, y en las empresas jóvenes que superaron esta barrera de los primeros años y buscan seguir creciendo.”
¿No es peligroso el pozo de frustración en los emprendedores que no llegan a ser unicornios?
Los buenos emprendedores son a la vez soñadores y pragmáticos. Es bueno tener aspiraciones altas, pero creo que ellos saben que son contados con los dedos de la mano los que llegarán a serlo. En el medio hay muchas estaciones muy interesantes por alcanzar. Desde la teoría motivacional se plantea siempre que es bueno que la zanahoria sea desafiante pero no inalcanzable. Por lo tanto creo que en las actividades con emprendedores y en los mismos medios es importante mostrar bien la variedad de emprendimientos y no obsesionarse con los unicornios.
¿Qué otros animales desarrollaron en la “fábrica de metáforas” de Prodem para mostrar caminos alternativos en el ecosistema?
Nosotros a la clásica metáfora propuesta por el académico estadounidense Birch, que hablaba de ratones (las microempresas que no crecen), elefantes (las grandes corporaciones que no crean nuevo empleo) y las gacelas (las jóvenes de alto crecimiento), le adicionamos otros animales en la fauna del emprendimiento dinámico: los canguros, que a veces demoran hasta que pegan el salto; los delfines, que saben moverse en forma combinada en ambientes tan diversos como el fondo y la superficie; los seres humanos, que van en promedio mucho más lento que las gacelas pero cuya inteligencia es muy superior. Y nos inspiramos en casos reales de empresas para armar una metáfora más amplia que refleja mejor la heterogeneidad del emprendimiento y las pymes dinámicas. La imagen de la gacela, por otra parte, es limitada, dado que la mayoría de las empresas dinámicas no crecen todo el tiempo de manera lineal por encima de los promedios que la OECD adjudica a las gacelas (20% anual en tres años). Conozco muchas empresas que fueron gacela y que hoy tienen cuellos de botella a superar y no están creciendo de igual forma. Y, del otro lado, sé de firmas que, tras períodos iniciales muy complejos, lograron desbloquear su potencial y comenzaron a crecer muy fuerte. Lo importante es la aspiración y el potencial de crecimiento.
Ustedes insisten mucho con los emprendimientos dinámicos…
Es clave el concepto de emprendimiento con potencial dinámico (que se asimila, digamos, a leer el diario del sábado sobre el partido que se jugará el día siguiente) y su continuidad en la empresa joven dinámica (ya con el diario del lunes, cuando pasaron los primeros tres años de vida de la empresa). Porque de ese modo se arma la plataforma de renovación del tejido empresarial, la base de futuras pymes e incluso de las próximas grandes empresas. Su contribución al nuevo empleo es más que proporcional con respecto a la cantidad de empresas. El concepto de “dinámico” abarca a las empresas que explican nada menos que un 50% del nuevo empleo generado por todas las empresas creadas 5 años antes, aproximadamente.
¿Cómo ve el ecosistema argentino tras más de un año y medio de la nueva gestión de gobierno?
Es muy auspicioso que los emprendedores hayan ganado status estratégico en la agenda de gobierno al ser explícitamente reconocidos en el mismo nombre de la SEPYME y con la creación de una Subsecretaría de Emprendedores. También ha crecido el presupuesto y los programas dirigidos a los emprendedores y se ha sancionado con consenso en el Senado la Ley de emprendedores. Ello se ve con claridad en nuestro Índice de Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico, donde estas acciones permitieron un avance de Argentina en el ranking de América Latina, aunque manteniéndose en valores medio-bajos todavía. Hay igualmente muchos desafíos por delante para que todo estos esfuerzos maduren y se traduzcan en un ecosistema favorable para el emprendimiento. Es una construcción de largo plazo, que habrá que ir completando y mejorando a medida que se va haciendo camino. Del lado negativo creo que es muy importante lograr un cambio de clima y de gasto por el lado de la demanda, tanto el consumo de los consumidores como la inversión en las empresas. Son varios años sin crecer, luego la demanda declinó y ahora parecería ser que comienza a recuperarse de a poco.
¿Cómo están evaluando el ecosistema latinoamericano hoy hacia 2020, y comparado también respecto del año 2000?
Creo que los ecosistemas de emprendimiento de América Latina han evolucionado desde 2000, cuando ni siquiera se reconocía ni se conceptualizaba con claridad el tema. En perspectiva hoy tenemos una cultura más amigable con el emprendimiento, son muchos los gobiernos que tienen programas de apoyo que, aunque con diferente intensidad y cobertura, buscan que los emprendimientos den lugar a un tejido de empresas más virtuosas y por ende a mejores empleos y a la diversificación del tejido productivo. El perfil de los proyectos y de los mismos emprendedores ha evolucionado, así como las universidades y las incubadoras. Hoy versus el 2000 es otra película, mucho mejor. Sin embargo también debo decir que los países de la región están de mitad de tabla para abajo en el ranking internacional de nuestro índice. Salvo algunos pocos países que están cerca de la frontera internacional, en la dimensión específica de políticas y regulaciones para el emprendimiento (como Chile), en casi todo lo demás tenemos mucho terreno por recorrer. Cuando miramos hacia atrás en un plano más corto, digamos los últimos 5 años y no contra el 2000, cada país registra avances y retrocesos. La buena noticia es que hay nuevas fuerzas motrices que nos permiten pensar en que dentro de un lustro estaremos mejor. Por ejemplo, crecen los empresarios jóvenes que generan nuevas iniciativas como fondos de capital emprendedor así como las aceleradoras, entre otras iniciativas. También aumenta la cantidad de grandes empresas que lanzan programas que buscan apoyar a emprendimientos innovadores, con vistas a sinergizar sus negocios actuales. En pocas palabras: ya no son sólo los gobiernos o las universidades los que empujan, sino que el equipo tiene muchos más jugadores de calidad.
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