En Zambia, Ruanda, Bélgica y Emiratos Árabes Unidos, diferentes empresarios llevan adelante firmas rentables que a la vez aportan soluciones a problemas económicos, sociales y ambientales. Dieron su testimonio ante la UNCTAD, en Ginebra, según lo publicado en el portal de esa entidad. Acá, un resumen.
“Los modelos comerciales con fines de lucro podrían ser una forma poderosa de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”. Tal es la frase que inicia el artículo publicado hace pocos días en el portal de la UNCTAD, la oficina de las Naciones Unidas dirigidas al Comercio y el Desarrollo. Fue avalada por empresarios exitosos, durante una reunión de la Comisión de las Naciones Unidas sobre inversiones, empresas y desarrollo realizada en noviembre en Ginebra, Suiza.
Como contexto, se advierte que “la comunidad global enfrenta una brecha de financiamiento anual de US$ 2.5 billones en sectores clave de desarrollo sostenible”. Y afirma que hay un “consenso cada vez mayor de que el sector privado debe jugar un papel más importante en la solución de problemas económicos, sociales y ambientales”.
Luego convocan a los cuatro empresarios, que explican sus propios casos. El primero es Dimitri Klironomos, de la firma Northwood Environmental, de Zambia, quien afirma que “reciclar plástico es un buen negocio, no solo una buena voluntad ambiental”. Explica que en la empresa “clasificamos, limpiamos y trituramos plástico de diferentes formas y luego reutilizamos los gránulos para hacer cosas como materiales de construcción”.
Fundada en 2015, la compañía actualmente procesa alrededor de 5 toneladas de plástico por día, dice Dimitri. Para ayudar a los emprendedores, sugiere que debería haber incentivos fiscales específicos para las empresas que tengan un “impacto cuantificable en la contaminación”.
“Tenemos una maravillosa organización llamada Agencia de Desarrollo de Zambia, que son realmente útiles para establecer beneficios impositivos para empresas prometedoras. El único problema es que están destinadas a inversiones bastante grandes de más de US$ 250.000, y creemos que debe ser un techo más bajo en ese tipo de inversión”.
Otro caso que reseña el artículo es el de SafeMotos, de Peter Kariuki, de Ruanda. Allí los taxis de motocicleta son una forma popular de moverse, pero también son muy peligrosos: hasta el 80% de los accidentes de tráfico son causados por motocicletas.
En la capital ruandesa, Kigali, explica el empresario, “hay aproximadamente 20.000 taxistas que realizan alrededor de medio millón de viajes al día. Y creemos que los conductores seguros deberían ser recompensados con más negocios. Los clientes deberían tener la opción de estar conectados, de manera segura, a los conductores a través de una aplicación”.
Y eso es exactamente lo que hace su compañía. SafeMotos equipa a los conductores de motocicletas con teléfonos inteligentes que hacen un seguimiento de su conducción, cuándo se aceleran y con qué frecuencia frenan. Luego, los datos se introducen en un algoritmo desarrollado por las compañías de seguros para identificar conductas de conducción arriesgadas.
“Nuestros clientes ya no tienen que apostar, porque a través de la aplicación están conectados a conductores que ya han sido investigados [por sus hábitos seguros de conducción]“.
Lanzada en 2015, la compañía ha crecido de solo 5.000 viajes a más de 165.000 en sólo dos años.
¿Su consejo a los gobiernos? Que alineen los programas educativos con las habilidades técnicas que requieren las empresas prometedoras. “El recurso humano ha sido nuestro cuello de botella más grande. No hemos podido contratar talentos con experiencia “, dice Peter.
Un tercer caso es el que convierte a las abejas en drones de monitoreo de la contaminación. Está liderado por Michael van Cutsem, con su firma BeeOdiversitym, de Bélgica.
“Hoy en día, el 92% de la población mundial vive en áreas contaminadas y los plaguicidas contaminan el 45% de los alimentos que comemos”, dice Michael.
La compañía ha encontrado una forma de utilizar las abejas para medir los niveles de pesticidas, la contaminación y la biodiversidad en el medio ambiente.
“En una colmena tienes 50.000 abejas que actúan como drones. Estas abejas van a tomar polen. Y el polen está en las plantas y absorbe la contaminación. Por lo tanto, te da una gran indicación sobre la salud del medio ambiente”.
Actualmente la compañía está operando en Bélgica, Francia y el Reino Unido, y tiene 70 proyectos en curso que “emplean” a más de 12 millones de abejas para monitorear un área de más de 70.000 campos de fútbol.
Hasta ahora, los datos han demostrado que los plaguicidas contaminan el 85% de la superficie monitoreada. Y siete de los 50 pesticidas identificados el año pasado están prohibidos en la Unión Europea.
Al preguntarle sobre los desafíos que ha enfrentado, Michael dice que las políticas inadecuadas han creado grandes obstáculos. “Cuando vemos a los políticos, nos dicen: ‘O bien salvas el mundo o ganas dinero, pero no puedes hacer las dos cosas’. Por un lado, tienes ONG que reciben subvenciones y, por otro lado, cuentas con compañías comerciales en el medio. No tenemos acceso a las subvenciones y tampoco acceso a la financiación provista para actividades comerciales”.
Una solución, dice, podrían ser los bonos de impacto social, un modelo de “pago por éxito” para compañías de financiamiento que resuelven problemas sociales y ambientales.
El otro gran obstáculo que enfrenta la compañía, dice Michael, es la falta de talento en el mercado de trabajo. “La generación joven quiere actuar y hacer una diferencia, pero no siempre tienen las habilidades técnicas necesarias”.
El cuarto y último caso lo lidera Charles Blaschke con su compañía Taka Solutions de Emiratos Árabes Unidos. Explica aquí su aporte, a la vez negocio: “Creemos que hemos encontrado la mejor solución para reducir las emisiones de carbono, y comienza en los hogares y edificios en los que vivimos, trabajamos y participamos”.
La tecnología ha transformado casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, dice, a excepción de nuestros edificios, que representan el 40% de las emisiones de carbono globales.
Charles dice que el modelo comercial de la compañía se basa en la premisa de pagar según lo que se ahorra, lo que significa que solo se paga a Taka Solutions cuando los propietarios de los edificios ahorran dinero en sus facturas de energía.
“Entramos en un edificio y decimos: ‘Mire, está gastando un millón de dólares en energía y creemos que podemos reducir drásticamente sus facturas de servicios públicos, por ejemplo, a US$ 600.000. Pero para hacer eso necesita gastar 1 millón de dólares. “Y el dueño del edificio dirá, ‘bueno, no tengo un millón de dólares y si lo tuviera no lo gastaría en mi edificio’. Decimos, ‘está bien. Gastaremos ese millón por ud. No gaste nada, invertiremos en su edificio y todo lo que tiene que hacer es dividir esos ahorros con nosotros”.
Él dice que, en promedio, Taka reduce el consumo de energía entre 20-40%. Los períodos de contrato son de tres a siete años.
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