En el 2º número de los Briefs de Prodem, Hugo Kantis propone un modelo basado en cuatro ejes: el grado de desarrollo del ecosistema, los recursos y capacidades organizacionales, el tiempo y el grado de madurez organizacional.
El objetivo
Este documento busca compartir un modelo simple y evolutivo que se ha venido utilizando en distintos seminarios impartidos por el autor, en el marco de diversas maestrías.
Se trata de una herramienta sencilla que puede resultar orientadora para quienes trabajan en las organizaciones del gobierno, organismos internacionales, evaluadores de programas y otros actores del ecosistema que interactúan o bien son beneficiarios de las políticas y programas.
Los ejes básicos
El modelo propuesto se apoya en dos ejes centrales, los que permiten analizar el estado y la evolución de las capacidades y de los recursos organizacionales.
En el primer caso se alude al equipo de gestión que lleva adelante estas políticas y programas. Es decir, los recursos humanos que están involucrados, desde su Director o Gerente hasta los propios profesionales o técnicos. Es clave contar con una adecuada definición de los perfiles requeridos.
Otro de los ejes del modelo, dado su carácter evolutivo, es el del tiempo: a medida que va transcurriendo, se asume que hay una acumulación de aprendizajes y que existe continuidad institucional. Pero ello no siempre se verifica. Por otra parte, la continuidad institucional es condición necesaria aunque no suficiente para que estos aprendizajes tengan lugar.
A medida que este proceso se va dando, y que existen aprendizajes, se van acumulando capacidades. Si las cosas marchan, muy probablemente también se puedan ir conquistando recursos adicionales, es decir el tercer eje del modelo. Se trata de recursos tangibles: financieros y monetarios; y también de recursos intangibles (por ejemplo, marca).
El ecosistema, primero
Desde la perspectiva de organizaciones abiertas falta incluir una dimensión clave: “los clientes”. Es por ahí que la política y los programas deben partir, en su proceso de diseño e implementación.
La definición de objetivos y clientes debe basarse en un claro concepto de segmentación, es decir, teniendo bien en claro que no es lo mismo fomentar el emprendimiento dinámico e innovador y la microempresa tradicional. Sabemos ya que son los primeros aquellos que más contribuyen al empleo de calidad, al crecimiento económico y a la diversificación del tejido productivo. Las organizaciones de fomento del emprendimiento que busquen este tipo de objetivos deberán por lo tanto apuntarle a este tipo de perfil.
En lo que respecta al ecosistema, el enfoque viene a decir, justamente, que cualquier política, programa y organización de gobierno no nace ni opera en el vacío, sino que debe tener presente el estadio de maduración del ecosistema que se busca desarrollar, fomentar y apoyar.
En ese sentido, naturalmente, cuanto más embrionario sea, más integral deberán ser las actuaciones por parte de estas políticas. Porque hay flancos débiles o casilleros vacíos por todos lados. Cuanto más desarrollado esté el ecosistema, seguramente estas intervenciones podrán ser más focalizadas en destrabar algunas cuestiones específicas. Lo que está claro es que los gobiernos deben construir sus políticas pensándolas como propuestas de valor para sus “clientes”.
Y en este sentido, lo que suele ocurrir es que además de los emprendedores y el ecosistema, hay “clientes” internos dentro de los propios gobiernos, los superiores a nivel jerárquico, otras áreas con las cuáles se debe negociar. Muchas veces, por lo general cuando no se entiende por qué se han tomado ciertas medidas, es porque cuestiones de esta índole han influido, pero no se las puede comunicar.
Por otra parte, resulta clave tener en cuenta el ecosistema, porque las políticas y programas de emprendimiento no pueden ser obra exclusiva de los gobiernos. La experiencia internacional indica que para ser efectivas deben basarse en alianzas público-privadas (Israel es un ejemplo claro).
La gestación y los gestadores
Para entender a las organizaciones y las políticas y programas de fomento del emprendimiento hay que contemplarlas desde la fase de gestación y teniendo en cuenta a los actores concretos que le dan vida.
En tal sentido, el gobierno es una especie de paraguas marco de estas políticas y programas, por lo que habrá que considerar, también desde un punto de vista sistémico, que aún dentro del gobierno existe lo que podríamos definir como el “subsistema gobierno”, el que no siempre es formal.
Ganar presencia en esta agenda es una tarea clave que debería ser parte de la labor de los responsables de políticas y programas de emprendimiento y para lograrlo se requiere contar con evidencias acerca de los resultados que generan los esfuerzos que se están llevando a cabo. Contar con unidades de inteligencia y evaluación para el aprendizaje es vital. Pero esto no significa que los gobiernos deban encargarse de ello en forma directa o contar con un equipo numeroso.
Existe muchas veces otro paraguas, muy vinculado al financiamiento externo de los programas y políticas. Este es el campo de los organismos internacionales (por ejemplo el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial o la Corporación Andina de Fomento y CENPROMYPE en Centroamérica, principalmente).
Desde esta perspectiva, el gobierno aparece jugando un rol como “organización madre” de estas políticas y programas en la fase de gestación. Y, cuando ocurre, los organismos internacionales podrían ser vistos como la “organización padre” (o como cada uno quiera llamarle en esta metáfora familiar), que aporta financiamiento parcial o total.
De este modo, las políticas y programas van incidiendo en el comportamiento de las organizaciones. Cuando esto ocurre de manera virtuosa se logra efectividad, eficiencia y en el largo plazo el impacto buscado. Otras veces pueden generarse distorsiones y no actúan en la dirección que precisan los emprendedores. En esos casos, por el contrario, las organizaciones del ecosistema muchas veces acaban adaptándose a los requerimientos del gobierno antes que a los de los propios emprendedores a los que se busca beneficiar.
Algunas implicancias
– Para impulsar el desarrollo de los emprendimientos y de los emprendedores es fundamental contar con políticas y programas de gobierno ágiles y efectivos.
– En la cancha, estas políticas y programas deben entenderse como el resultado de una actuación organizacional en la cual las capacidades y recursos institucionales juegan un papel clave.
– Es fundamental adoptar una perspectiva evolutiva para entender que hay que ir co-evolucionando junto al ecosistema en el que se opera y al que debe entenderse desde el comienzo.
– Cuanto más embrionario es el desarrollo del ecosistema, más integral deberán ser las actuaciones por parte de las políticas como parte de una estrategia sistémica de largo plazo.
– Resulta clave tener en cuenta el ecosistema y su madurez porque las políticas y programas de emprendimiento no pueden ser obra exclusiva de los gobiernos, sino que debe integrar desde el propio diseño a los emprendedores y demás actores.
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