Hugo Kantis, director del Prodem, fue entrevistado hace algunas semanas por Buenos Aires Emprende, el organismo oficial de la capital argentina que apunta al estímulo de las nuevas empresas. En un recorrido muy completo, el intercambio recorre las diferentes etapas, barreras y desafíos de las firmas nacientes.
¿Qué significa emprender?
Tomar iniciativa con mucha vocación, con mucho entusiasmo y crear nuevas organizaciones / nuevas iniciativas organizacionales. Por un lado está el típico caso de quien emprende y crea una empresa, está el típico caso de quien emprende y crea una organización sin fines de lucro, está el caso de los que emprenden con iniciativas propias dentro de organizaciones existentes. Hay una variedad amplia de situaciones donde lo que tenemos es el emprendimiento como actividad.
¿Existe un gen emprendedor?
No, yo creo que no hay un gen. La verdad es que no es mi disciplina lo que tiene que ver con los genes, la genómica. Pero creo que tanto lo que tiene que ver con emprender como lo que tiene que ver con otras actividades humanas, es algo que uno va forjando como vocación, desarrollo de capacidades, a lo largo de una película de largo plazo que empieza cuando somos chiquitos, en nuestras familias, después el sistema educativo y las experiencias laborales. La realidad es que uno ve emprendedores que la tenían clara, que eso es lo que iban a hacer desde muy temprano, y otros que se van encontrando a sí mismos cuando están emprendiendo e, inclusive, hacen consciente que son emprendedores cuando ya están nadando.
O sea, un poco nos vamos haciendo algunos y otros nacen así. ¿Y por qué emprendemos?
Emprender es un excelente canal para todas las energías creativas que la gente puede tener. Cuando uno le pregunta a los emprendedores por qué lo hacen, la realización personal, el desarrollo personal… Por supuesto para muchos son muy relevantes, si hablamos de empresas, los fines económicos. Éstos son un símbolo que refleja la realización / concreción de esas proyecciones que uno hace respecto a las aventuras que se propone.
Cuando uno se dispone a emprender es como una aventura, ¿sabe adónde va a llegar? Uno se mete en una ruta pero sin destino…
Hay una larga discusión al respecto, que creo que está bastante saldada, pero tiene historia. Es la que hay entre el mundo del management, que vienen del campo de la planificación, y los que vienen más de esta disciplina que con el tiempo se ha venido desarrollando, que es el emprendimiento. Y ahí hay una oposición porque la planificación dice con precisión adónde quiero llegar. La verdad es que los emprendedores están más guiados por la visión y por la acción, lo cual no quiere decir que no planifiquen, pero no tienen un destino exacto. Por ahí tienen algunos mojones en el camino que se identifican de antemano como “…si logro llegar hasta acá, es que voy bien…” pero no hay un único lugar de destino o de llegada. En alguna medida yo podría decir que, en alguna de mis facetas de la actividad laboral, hay mucho de emprender. El programa que dirijo, el Prodem, en definitiva, es un emprendimiento. Lo fui encontrando porque es una mezcla, la intersección entre investigación y asistencia técnica. La verdad es que fue algo que encontramos en la pasión de lo cotidiano, iba forjándolo junto con mis colaboradores y en algún momento dijimos “…esto es una criatura, le ponemos nombre, lo proyectamos…”. Y hace cuatro años nos dieron el premio de la Global Entrepreneurship Network por la contribución y la influencia en el pensamiento de los decisores de política en términos de emprendimiento. Y ahí me pregunté: “¿…alguna vez me imaginé que iba a tener un reconocimiento de este tipo? Y…la verdad es que no…”. Entonces yo creo que es complejo cómo el ser humano se va proponiendo hasta dónde llega. Yo creo que lo que ocurre es que, a medida que uno va tocando un techo, va viendo/probando/experimentando en qué medida, si su vocación lo va llevando a empujar ese techo, va probando si puede. Y a medida que va probando y experimentando si puede, va construyendo su propia teoría de cómo puede hacerlo. De esa manera a veces tocamos límite, a veces nos frustramos…
¿Qué tan difícil es para cada una de las personas encontrar dónde está el límite propio? Y emprender se trata un poco de eso, ¿no? Descubrir que el límite propio está más lejos de lo que uno cree y cómo transitamos ese camino para empujarlo y para ir corriéndolo…
Tal cual. Y esto que decís es buenísimo porque emprender es trascender el recorte de donde uno está. El emprendimiento es una proyección personal y creo que parte de la realización tiene que ver con algo que lo transciende a uno. Y creo que el crecimiento de esa criatura, que se crea con esa organización que nace, dependerá de qué tanto uno consiga hacer que lo transcienda verdaderamente y no dependa de uno en su potencialidad de seguir creciendo.
Quiero ver un poco a la criatura. Las etapas de un emprendimiento, más allá de casos particulares, ¿cuáles son?
Nosotros las conceptualizamos así y puede sonar a lineal, pero es al simple efecto pedagógico. La etapa de gestación, cuando le empiezan a surgir las ganas o la idea. A veces primero uno, a veces primero lo otro. Va desarrollando el proyecto. Después viene una etapa donde tiene que, en base a las evaluaciones previas que haga, o las corazonadas muchas veces o a la intuición también, tomar la decisión o probar de a poco y empieza a lanzarse al mercado. Una vez que está en el mercado son esas primeras etapas, esos primeros pasos, el gateo hasta que va consolidándose y pega el salto a la expansión. Algunos lo recorren hacia la internacionalización, otros no tanto. Poco más, poco menos, esas son las etapas.
Hablábamos de crisis y oportunidades, ¿cuánto condiciona o potencia la situación del país a los emprendedores?
Bueno, condiciona verdaderamente porque el juego de emprender – si bien tiene un foco/motor en el individuo, o mejor en los individuos, porque cada vez más son equipos, la realidad es que es un juego sistémico. Un sistema de factores / dimensiones que inciden. Entonces, lo que está ocurriendo en la economía del país nosotros lo llamamos, en un índice que elaboramos sobre esto de 10 dimensiones, las Condiciones de la Demanda. Si la economía está muy pinchada, obviamente a los emprendedores, a la gran mayoría que vive del mercado interno, eso no les va a servir, les va a jugar en contra. Ahora, hay un segmento que no es mayoritario pero que tiene un potencial enorme que, cuando tiene claro que su mercado es el exterior (el externo, exportar) y paradójicamente la demanda interna está mal, por ahí eso le significa que accede – cuando recién está arrancando y todavía es nadie – a proveedores y a costos que en una situación de bonanza le sería más caro o más difícil de acceder. De la crisis de 2002 hay muchos ejemplos de emprendimientos a los que les ha ido muy bien, innovadores con vocación internacional y que nacieron en un contexto que, por un lado, efectivamente tomaron unos riesgos enormes, se jugaron, se mandaron afuera pero, ellos mismos lo dicen, “…si lo tuviera que haber arrancado hace dos o tres años, sería más difícil…”. Con lo cual aquellos que tengan un proyecto innovador, vocación y oportunidades en el exterior, de repente pueden aprovechar estas circunstancias, y lo bien que le vendría al país que lo hagan.
Si imaginamos el famoso juego del gallito ciego: te suben a un barco y desembarcás en Argentina, te sacan la venda y estás acá. ¿Cuáles son los pros y contras de emprender en la Argentina?
Pros de emprender. Yo creo que en la Argentina hay algo, sale con claridad en el índice que elaboramos pero también de la experiencia, hay una cultura bastante horizontal y abierta que cuando uno va a otros países de América Latina no la encuentra, ni siquiera en un contexto muy pro-emprendimiento como Chile. La verdad es que si ese gallito ciego llega a Chile, hasta que arma las redes, no le es tan fácil. Es verdad que tiene todo un ecosistema que ayuda, pero quiero decir, en la Argentina creo que la apertura de la gente hace que para el que tiene que tejer esas redes de contacto, le sea más fácil que en otros países. Diría que eso es el N° 1. En comparación con otros países de América Latina, Argentina está entre los pocos que tiene una base productiva industrial diversificada y eso naturalmente ayuda, porque cuando alguien quiere emprender y necesita un proveedor de esto o de lo otro, en la Argentina es más fácil. Y por otro lado, hay un potencial que tenemos y hay que explotar, que tiene que ver con la vinculación. Hay mucho en universidades, mucho en el aparato científico-tecnológico, mucho menos de lo que necesitamos. Yo creo que hay un grupo…. si uno arma la pirámide de los emprendedores según su grado de potencial, su grado de mochila propia de capital social, redes, etc versus las que necesita que le ayuden, hay una crema ahí arriba donde nos diferenciamos claramente.
Creo que las contras que tenemos muchas veces tienen que ver con la falta de políticas de Estado, con la discotinuidad… Creo que el desarrollo de financiamiento es fundamental, se ha avanzado en algunas cuestiones regulatorias, hay muchas también por recorrer y entiendo que esas son las más importantes.
Me quedo con estos que tiene a favor el emprendedor en Argentina. ¿El hecho de estar acostumbrados a las crisis, los hace más innovadores?
No sé si más innovadores, pero si más resilientes. Si uno compara por ejemplo las generaciones muy jóvenes, que no habían vivido una crisis antes, versus las que la vivieron, se puede ver que las que vivieron crisis ya están más preparadas para manejarse en esos contextos. Si uno compara un emprendedor argentino con uno chileno, yo creo que hoy los chilenos, con la situación que están viviendo [por la crisis social y política nacida en octubre] se deben encontrar como Adán en el Día de la Madre, no entienden nada. En cambio, lo que nos dicen “…ustedes los argentinos están más acostumbrados a esto, saben más o menos la ruta…”, es así.
En materia de marco regulatorio y emprendimiento, ¿cómo impacta en la Argentina? ¿Qué facilidades tiene? ¿Qué trabas hay?
Para el que recién quiere arrancar, la verdad, es que el panorama normativo en lo que tiene que ver impositivo, laboral está – salvo el caso muy chiquito de lo que prevé el monotributo – no hay un ámbito muy contemplativo de que las condiciones de inicio son verdaderamente desventajosas. Los economistas dirían desventajas de escala, de aprendizaje, de falta de experiencia todavía, y eso se suele traducir en mayores costos. El sistema impositivo a lo largo de las décadas en la Argentina ha perdido toda capacidad de tener en cuenta estas particularidades. Muchos años atrás me acuerdo que se me ocurrió hacer un desafío a quien en aquel entonces era Director de Rentas en la Ciudad de Buenos Aires, le dije: “No tiene sentido que los emprendedores, cuando todavía no tienen ninguna rentabilidad, paguen una tasa de ingresos brutos en ese momento” y me dijo “…demostrame que esto es así”. Hicimos una encuesta y busqué contadores del Consejo Profesional de Ciencias Económicas que tenían como clientes a empresas jóvenes. Les dijimos cuánto demoran en alcanzar el punto en el que las ventas y los costos se equilibran, y con eso se puso la tasa cero de ingresos brutos. Después el Gobierno de la Ciudad lo transformó en ley. Entonces, yo creo que cuando alguien arranca, realmente necesita condiciones especiales / diferenciales. Naturalmente, debe ser algo que no permita los abusos de estas normativas por parte de quienes no tienen estas características de recién iniciado. Ahí hay un hueso duro de roer. Creo que se intentó avanzar sobre eso pero habitualmente quienes ponen freno a esto es la gente del Ministerio de Hacienda. No solo en la Argentina, sino que en general en muchos países de América Latina pasa esto. Pero hay países donde existen normativas más flexibles en ese sentido. En muchos casos especialmente para los innovadores.
Hablabas de América Latina, ¿como ves la situación de los emprendedores argentinos en comparación con América Latina y con el mundo?
La Argentina está entre los primeros puestos. Primero Chile, pero habitualmente, en los últimos años, la Argentina suele estar tercero, segundo, cuarto. Va variando un poquitito, dependiendo del contexto. Probablemente hoy, cuando volvamos a medir, hayamos retrocedido por la situaciòn de crisis, indudablemente, pero el tema es que estamos posicionados en el top 5 de unos 15 países, en un contexto latinoamericano donde, si uno va a la Copa del Mundo, la región está de la mitad de la tabla para abajo, en relación a los países de nivel global. Creo que ahí la Argentina tiene un potencial, tiene un conjunto de capacidades, pero no termina todavía de aprovecharlas.
Hugo, con las últimas leyes como la Ley de Emprendedores, la de Economía del Conocimiento, ¿cómo crees que eso influyó en el ámbito regulatorio no sólo en el contexto argentino? ¿Tenés la posibilidad de ver marcos regulatorios de otros países ¿Cómo ves esa comparación? ¿Cómo ves esas nuevas leyes? ¿Cómo influye en esto?
Son avances importantes. La Ley de Emprendedores trajo… yo diría un conjunto de aspectos, por un lado, el avance en lo que tiene que ver con la simplificación de las sociedades anónimas simples, fue un paso adelante. Habría que ver cómo hacer para que en todo el país eso pueda aprovecharse. Creo que eso es un aporte. Por el otro lado, la pata del desarrollo de financiamiento incluyendo tanto instrumentos de capital semilla como desarrollo de inversión privada en emprendimientos, hay aportes y avances que hay que consolidar. No es todo lo que hace falta, pero es un avance importante. Hay que evaluarlo porque ya recorrió un poquitito de camino. Hay que ver cómo esta funcionando para ver si funciona en la medida de las expectativas o hacer alguna cosa ahí. Por el otro lado, la Ley de la Economía del Conocimiento es muy reciente para ver cómo incide. Creo que es positiva y que hay que darle mayor articulación sistémica. Suele pasar eso siempre con las leyes, cuando establecen algún incentivo, medida, etc. Creo que hay otra cuestión que hay que ver bien, que es cómo se apropian de esos beneficios las empresas de distinto tamaño. Que no se concentren exclusivamente en grandes jugadores muy importantes y beneficiosos para el país, sino que también las pymes puedan tomarse ese beneficio de una manera amplia.
Hablaste de pymes, de tamaños, voy a tirar la pelota y te voy a hacer correr. ¿Podemos convertir la pyme en una gacela? Expliquemos, si querés, qué es una gacela para el que está del otro lado sepa si se puede convertir fácilmente en una.
Voy a hacer una aclaración. ¿Qué es lo que llamamos gacela? Nace cuando, a fines de los años 70 en Estados Unidos, un tipo investiga grandes datos de quienes crean empleo y descubre que quienes más crean nuevos puestos de trabajo en Estados Unidos – se creía que eran las grandes – resulta ser que son empresas jóvenes que crecen rápido. Ahí nace el concepto de gacela, porque él hablaba en el otro extremo de los elefantes que son las grandes, y en el otro extremo los ratones que son las microempresas. De ahí en adelante todos hablamos de los emprendedores como animales, yo siempre me pregunto por qué. Seguramente porque trabajan como animales… Esto hay que aclararlo a los chicos jóvenes que creen que rápidamente van a vender su empresa y se van a volver millonarios. No es así el juego. Volviendo a las gacelas. El problema es que cuando vemos a las gacelas… el que es gacela un año, lo vuelvo a ver cuatro años después y por ahí ya no es una gacela. El crecimiento empresarial no es estable. No todo el tiempo alguien es una gacela. Pero si lo que preguntas es cómo hacemos para que una pyme, que la vemos estancada o que crece moderadamente, se transforme en una que crezca rápidamente, hay un elemento central que tiene que ver con “no todos los empresarios tienen como objetivo el crecimiento”. Si alguien no quiere crecer es una decisión personal, pero estamos hablando de los que tienen vocación y ganas de crecer y ahí la respuesta es SI SE PUEDE hacer que se conviertan en gacelas. Hay que conjugar una combinación de elementos: programa de política pública, condiciones regulatorias, programas ya sea que reactiven demanda o ya sea que ayuden a salir al exterior. Por otro lado, muchas empresas para crecer necesitan de una organización interna que banque ese crecimiento. Entonces, ahí los programas de servicios de desarrollo empresarial son una pata muy relevante. Y lo cierto es que si uno mira América Latina, recién ahora algunos países están empezando a desarrollar programas públicos para que las empresas crezcan.
Volviendo a lo que es la interna de la pyme para que se convierta en una gacela, ¿podes ampliar un poco más en cómo influyen los programas de innovación o la mirada de innovación interna o la capacidad de absorción adentro de la pyme para que se convierta en gacela?
Me viene a la cabeza el caso de una pyme que se convirtió en una gacela cuando tenía 8 años de vida. La conocí en Corea. Era coreana, esta empresa. Y hasta los 8 años de vida no era una gacela. Ahora, de repente, hubo una política pública a través de la cual les financiaron la instalación… tiene mucho que ver con esto que vos decías, financiaban a empresas pymes la instalación de unidades o laboratorios de investigación y desarrollo para que se volvieran más innovadoras. En la medida en que la estrategia empresarial tenga la innovación como un ingrediente relevante, por supuesto que eso va a funcionar. En este caso, la empresa había pegado saltos muy importantes en su crecimiento. Pero del otro lado tienen que estar los jugadores que quieren crecer, que tienen una estrategia y entonces hay mucho de trabajo con los empresarios para ver si verdaderamente quieren. Yo me acuerdo en el año 94 un empresario dijo “…uh, llegué hasta acá, crecí acá en la Argentina y no en Corea, no sé si quiero seguir creciendo, no sé si decido yo si sigo creciendo o el mercado a mi me define eso y yo no lo puedo decidir”. Entonces trabajamos sobre esas decisiones que son más existenciales… Pero destrabado eso, la realidad es que, cuando la cabeza del empresario tiene claro qué quiere y alinea una estrategia en esa dirección, una visión, su gente y construye una propuesta de valor en ese sentido… Por supuesto que la innovación, la exportación, el articularse en cadenas de valor donde haya grandes empresas cuya demanda tracciona, son todos elementos que conocemos desde la experiencia de la investigación, que ayudan naturalmente a pegar ese salto.