Un completo panorama sobre la historia, el presente y el futuro de esta empresa situada en la Patagonia argentina y fundada en 1976. Si bien es de gestión pública, se maneja con altos criterios de eficiencia e inversiones, lo que le ha permitido exportar con éxito en áreas muy competitivas. Sus principales negocios se ubican en la energía y la medicina nuclear, los desarrollos espaciales y la radarización. A futuro, asoman la transición energética, los semiconductores y los vehículos no tripulados.
El periodista Enrique Garabetyan publicó hace algunas semanas, en el medio argentino Infotechnology, un completo informe sobre la historia y la actualidad de la empresa estatal argentina INVAP. Ya desde el inicio, plantea la particularidad del caso a contar: “Todo en Invap es raro (…) ¿Una empresa eficiente y flexible, capaz de adaptarse a entornos económicos cambiantes pero de propiedad estatal? Invap. ¿Comenzó trabajando para la industria nacional y luego se dedicó a exportar? Invap. ¿Una plantilla integrada básicamente por recursos humanos calificados que se cuadruplicó, se achicó por tres y volvió a multiplicarse? Invap.”
Luego aparece la voz de dos funcionarios del gobierno argentino: Diego Hurtado de Mendoza, Secretario de Planeamiento en Ciencia e Innovación, y Fernando Peirano, presidente de la Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación. Hurtado de Mendoza dice, sobre INVAP, que “vale la pena destacar que es una empresa estatal, pero opera con las reglas del mundo privado: se autofinancia, compite y le facilita al Estado nacional una capacidad de liderazgo no menor frente a otros jugadores y grupos muy concentrados que apuestan a lo financiero en lugar de a lo productivo”. Peirano, por su lado, aporta que “la empresa posee un know-how exportador de soluciones de alta complejidad que logró con sus experiencias pasadas exportando soluciones nucleares, de salud y radares. Ese saber también es aprovechable en otros rubros y es un acervo importante a agrandar y compartir”.
Del átomo en adelante
El artículo va recorriendo luego la historia de INVAP, comenzando por la década de su fundación, los años 70: “sus primeros proyectos se enfocaron en resolver necesidades de la entonces pujante industria del átomo. A pedido de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), desarrollaron desde cero una planta de fabricación de esponjas de circonio. Y lo hicieron en tiempo récord”. Luego relata que llegó el turno de diseñar y fabricar el reactor de investigación y docencia RA-6, “que le ahorró a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) comprarlo afuera ‘llave en mano’”.
“El siguiente salto dio pie a otra de sus actuales líneas de negocios: la medicina nuclear. En 1977 comenzaron a ofrecer un procesador de biopsias para anatomía patológica y desde entonces fueron complejizando la oferta y los dispositivos dedicados al diagnóstico y cura del cáncer.”
Y describe a continuación las otras dos áreas de negocios: los vinculados al espacio, y los radares. A esta última la describe “como lógica expansión de su know-how en equipamiento satelital, a partir de 2003 comenzaron a colaborar con la Fuerza Aérea en el programa de radarización nacional. Eso la obligó a desarrollar equipos para uso militar pero también tecnologías de radarización civil.”
El presente
Para hablar del presente de INVAP, Garabetyan introduce al doctor en física Vicente Campenni, quien desde 2017 es el gerente general de la empresa, donde había ingresado en 1988. Empieza con los cambios positivos de los últimos años, cuando el giro político reactivó grandes proyectos de inversión tecnológica, pero a la vez la pandemia los complicó, pues “impactó en nuestro trabajo con clientes locales y generó dificultades extra en los proyectos de clientes del exterior”, dice Campenni. Pero hoy, “volvimos a crecer y nuestro staff suma ya 1.400 personas. Con eso nos estamos adaptando para afrontar, en tiempo y forma, una mayor carga de trabajo que la que teníamos hasta 2019.”
Sobre las cuatro áreas de negocios, se explica que “comparten ejes: comenzaron siendo ejecuciones de proyectos tecnológicos complejos, hechos para clientes nacionales. Y, tras lograr hacerlos en forma competitiva, salieron a ofrecer esas soluciones al exterior. Según Campenni, ya están consolidados en el desarrollo de reactores de investigación y en otro nicho íntimamente asociado: las plantas de radioisótopos para tratamiento medicinal. En esta línea sus caballitos de batalla actuales son el RA10, que construyen en el Centro Atómico Bariloche y tiene asociado un gran centro médico. ‘Por otra parte, estamos construyendo el reactor Pallas en Holanda. Y tenemos proyectos, en distintos grados de avance, en India, Argelia y Arabia.’ Este segmento es muy particular y cualquier negocio del rubro se incuba muy lentamente. ‘Pero la Argentina ya tiene una posición global ganada y sabemos que hay oportunidades para seguir creciendo. De hecho varios países están evaluando ahora inversiones para reemplazar sus reactores de investigación y generadores de radioisótopos, desde China y Japón a algunas naciones europeas. En muchos casos Invap podría presentarse, sola o asociada a proveedores locales’, dice Campenni”.
La nota también detalla las nuevas iniciativas en medicina nuclear, satélites espaciales y radarización, todas ellas ya instaladas sólidamente.
Nuevas áreas
El gerente general es interrogado luego sobre nuevas áreas a desarrollar: “Creo que varias. Una está asociada a la transición energética, donde el cambio climático y la sostenibilidad ambiental nos obligan a cambiar. En ese sentido, las energías alternativas -como la nuclear y la eólica- deberán cumplir nuevos roles. De hecho hoy la nuclear está siendo revalorizada en términos ‘ecológicos’ por no emitir gases de efecto invernadero. Además es clave en una matriz energética porque es una gran opción para generación eléctrica de ‘base’ y combinarla con la eólica y la solar. En esta misma línea tenemos pensado que podríamos sumarnos a la obtención de hidrógeno verde que tiene proyectos recién presentados en la Argentina, especialmente en lo relacionado con transporte y almacenamiento”, explica Campenni.
Vuelve a entrar en escena el funcionario Hurtado de Mendoza, también sobre el futuro: “podría imaginar a Invap jugando un rol importante en el terreno de semiconductores y en soluciones aeronáuticas, así como una posible potenciación de colaboraciones con otras empresas ‘pares’ como VENG (dedicada a cohetería espacial) o la aeronáutica Fadea”. Porque, sigue Hurtado, “en materia de semiconductores hay muchas necesidades y es clave para un país ser autónomos en ese rubro, especialmente en micro y nanoelectrónica aplicada a sectores en los que el autoabastecimiento y la capacidad de exportar es estratégica. Pienso en los chips que se necesitan para armar la computadora de vuelo de un avión de combate o en drones de uso militar o de vigilancia. También para los radares”.
Peirano da su aporte nuevamente: “Creo que un nicho importante donde Invap podría aportar soluciones es en el área de vehículos no tripulados. Es algo tangible y bastante inmediato y, de hecho, ya tienen proyectos en ese rubro. Se trata, además, de una tecnología que -como los radares- es de uso dual, con aplicaciones tanto militares como civiles”. Y considera que los drones militares podrían usarse en varias temáticas.
Finalmente, Peirano da una perspectiva más general: “Más allá de las tecnologías en sí, el funcionario de la agencia encargada de otorgar fondos para el desarrollo científico también considera clave el aporte que esta empresa puede hacer al paradigma del desarrollo nacional: ‘La empresa tiene un know-how exportador de soluciones de alta complejidad que acumuló a lo largo de décadas. Ese ‘saber’ también es aprovechable en otros rubros. Y eso es clave porque sin tecnología no tenemos ciencia con impacto y sin hacer ciencia básica tampoco tendremos tecnología propia’.
El artículo concluye con estas palabras suyas: “Invap puede ser el modelo para superar esas contradicciones y facilitar nuestro desarrollo como país”.
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