Programa de Desarrollo Emprendedor

Newsletter 86 - Octubre 2022

Ropa usada, negocio grande

octubre 28, 2022

Nacido en Lituania hace 14 años, Vinted es hoy un unicornio valuado en US$ 4.500 millones. Se dedica a intermediar en la compra-venta de indumentaria usada. Su fundadora, Milda Mitkute, ya retirada del día a día, relata en el diario español El País la historia de su organización, desde los primeros pasos como simple hobby hasta el boom que siguió a la entrada en Alemania y el lanzamiento de la app. Un caso instructivo, que reúne tendencias, tecnología, mirada estratégica y buen management.

La periodista Leticia García, en el diario español El País, describió hace pocas semanas el caso de Vinted, una plataforma de e-commerce que solamente en el país peninsular tiene 5,5 millones usuarios. “Para contextualizarlo, basta decir que plataformas como TikTok acaban de superar los 15 millones”, contrasta la nota.

Explica que la firma arribó a la tierra de Zara “hace apenas tres años (después de la compra de Chicfy, su competidor)”, y que se trata de “uno de los principales mercados de los 16 en los que opera la app de reventa de ropa y complementos”. Su diferencial, explica el artículo, es que “no tiene comisiones para los vendedores: siempre se quedan con el 100% de lo que ganan”. Además, “los compradores se benefician de opciones de pago y envío seguras e integradas a través de la protección al comprador (5% del precio del artículo más una tarifa fija de 0,70 €)”. Por otra parte, agrega la fuente, Vinted se limita a “artículos de moda y estilo de vida. No abruma a los usuarios con una oferta infinita”. ¿Cómo se llama y quién es la voz? La protagonista del artículo y fundadora del unicornio, la lituana Milda Mitkute.

De Lituania con amor

La autora de la nota se centra enseguida en la trayectoria de Mitkute, quien “nunca pensó que una idea casual y no demasiado ambiciosa acabaría convertida, 14 años después, en la primera y única empresa unicornio de su país, es decir, la única que supera los 1.000 millones de dólares de valor de negocio (de hecho, las últimas tasaciones cifran su volumen en 4.500 millones)”.

En la voz de la fundadora: “Tuve la idea cuando me mudé de mi antigua casa a Vilnius y me di cuenta de que tenía demasiada ropa, pensé en empezar a venderla. En ese momento, conocí a mi amigo Justas [Janauskas, cofundador de Vinted] en una fiesta en casa, y compartí la idea con él: empezamos a probar varias opciones de una plataforma que diera a nuestros familiares y amigos la oportunidad de vender e intercambiar ropa. Para mí y para Justas incluso el éxito en nuestro país era impensable. Vinted era un hobby”.

Efectivamente, sigue luego, el negocio siguió pequeño los tres años siguientes, mientras Mitkute buscaba otros horizontes laborales, aunque la comunidad que intercambiaba prendas en su página web no paraba de crecer. El salto posterior vino entonces, asociado con dos cosas: inversores tecnológicos, y la entrada en Alemania.

De la app al caballito con cuerno

Sin embargo, explica el artículo, “el punto de inflexión lo marcó su paso a aplicación móvil en 2012, creada por el estudio lituano Lemon Labs y merecedora de casos de estudio en distintas universidades y consultoras. El primer día tras su lanzamiento, Vinted creció un 30%. La clave estaba en la accesibilidad: les llevó más de un año crear una interfaz en la que los mensajes se podían traducir en todos los idiomas, en el que la búsqueda estuviera personalizada por infinitas categorías y en el que la compra se pudiera realizar pulsando un solo botón. En un año, se la habían descargado dos millones de personas.”

El artículo, tras mostrar las luces y éxitos del ahora unicornio, deja entrever sin embargo algunas sombras personales: “en 2016, cuando el hobby se estaba convirtiendo en un gigante, Milda decidió retirarse y dejarle las gestiones a su amigo Justas y a uno de sus compañeros, Thomas Plantenga”. Y explica que “Milda no quiso repetir el relato de la girlboss [la chica-jefa] que vive por y para demostrar que las mujeres pueden presidir imperios”. En palabras de la propia Mitkute: “El éxito no llegó de la noche a la mañana, y tuvo su lado oscuro. Se necesita mucho esfuerzo y aporte emocional”. Así, explica García, la fundadora se retiró al campo a formar una familia, “aunque continúa como accionista”.

Sin embargo la emprendedora lituana separa su condición femenina de sus sensaciones posteriores: “no creo que el hecho de ser mujer haya marcado la diferencia en cómo me siento al ser una persona joven en un negocio de éxito. Cuando fundamos Vinted éramos una pandilla de jóvenes superapasionados y el género no jugaba un gran papel”.

Pandemia: salir del armario

En los últimos cinco años, explica el artículo, “Vinted ha seguido creciendo: han desembarcado en Norteamérica, Italia y España, abierto sedes europeas, ampliado la categoría de productos y la plantilla, que ya supera los 1200 empleados”. Y la pandemia jugó a favor, según la fundadora: “Notamos un aumento de los artículos puestos a la venta en todas nuestras plataformas en Europa, como consecuencia de que la gente pasaba más tiempo en casa y tenía más oportunidades de despejar su armario. También vimos un aumento de nuevos miembros, ya que más personas estaban dispuestas a dar una segunda vida a su ropa, y los miembros existentes aumentaron la frecuencia de sus transacciones. La pandemia parece haber acelerado una tendencia que ya estábamos experimentando. El sector de la moda de segunda mano lleva muchos años creciendo rápidamente, y confiamos en que sea una tendencia a largo plazo”.

El éxito, cierra el artículo, permitió a Mitkute repensar su vida y su entorno: “Los temas sociales, el cambio climático, la inteligencia artificial y la educación, cómo será el mundo dentro de 20 años cuando mis hijos crezcan. He empezado a estudiar de nuevo explorando temas que me importan, como la conexión entre cambio climático y sociedad. Siento que tengo muchos deberes que hacer para ver hacia dónde dirigirme. Estoy leyendo muchos libros y trabajando en proyectos relacionados con estos temas”.

Y a futuro, la emprendedora razona: “En 10 años me veo mucho más metida en los negocios y en la vida social. Después de una maternidad tan activa me gustaría centrarme más en iniciativas globales sobre cómo mejorar nuestro mundo”.

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