Anna Wiener es una neoyorquina de 33 años, que a sus 25 partió a trabajar en empresas de La Meca emprendedora en California, pero quedó muy desilusionada con la experiencia. Escribió una crónica al respecto que devino en best-seller. Acá, sintetizamos una entrevista que le hicieron en El País de España hace poco tiempo. Y queda la pregunta flotando: ¿se le puede exigir a un ecosistema, aunque sea de vanguardia, que vaya más rápido que el resto de la sociedad en dimensiones culturales tan arraigadas?
Con firma de Luis Pablo Beauregard en el diario madrileño El País, la entrevista a Anna Wiener se titula con una frase textual de la autora: “El cuento de la meritocracia en la industria tecnológica es una patraña”.
Según relata, la joven a sus 25 años “llegó a California atraída por la promesa de felicidad de Silicon Valley y se topó con un universo ferozmente competitivo y machista. ‘Valle inquietante’, el libro en el que cuenta su experiencia, es un fenómeno en Estados Unidos que llega ahora a España”
El libro, dice, “es una cruda memoria escrita desde el interior de Silicon Valley, el mundo de las tecnológicas y la cultura del trabajo y el emprendimiento que San Francisco ha exportado al resto del mundo y de la que Wiener, quien era una firme creyente, se convirtió en poco más de tres años en una apóstata. ‘El cuento de la meritocracia —esta creencia tan popular aquí de que las ideas y el trabajo duro serán suficientes para que la gente sea elegida naturalmente por su talento— es una de las mayores patrañas salidas nunca de la industria de la tecnología’, dice Wiener en un café del barrio de Noe Valley, en San Francisco”.
Luego, el periodista describe someramente a la protagonista: “Wiener (Nueva York, 33 años) es hija de un asesor financiero y una escritora y activista por el control de las armas. Es originaria de Brooklyn, donde tenía una vida ‘precaria pero agradable’ como ayudante en una agencia literaria de Manhattan. Poco después sintió el vacío y tuvo la sensación de que su trabajo no iba a ninguna parte. La luz que emanaba desde la costa oeste comenzó a llamarla”.
Un nuevo mundo
Sigue Beauregard: “El contraste que vivió hace ocho años tras su llegada a San Francisco no pudo ser mayor: del anquilosado mundo editorial —donde la única posibilidad de éxito, escribe Wiener, es ‘heredar, casarse con alguien rico o esperar a que tus colegas se rindieran o murieran’— al universo de las start-ups, donde jóvenes sin experiencia estaban al mando.”
“Lo que estaba detrás de aquel impulso es lo que provocó la escritura de Valle inquietante. La joven de 25 años llegaba en 2013 a una ciudad donde la gente de su edad comenzaba a hacerse millonaria. Encontró su primer trabajo en California en una aplicación de lectura electrónica que permitía el acceso a una gigantesca biblioteca por una tarifa plana. El libro le facilitó el aterrizaje en el valle, pero fue una decepción saber que ni ella ni los libros eran valorados por los socios de la pequeña compañía, quienes buscaban multiplicar a toda costa una inversión de tres millones de dólares.”
“Wiener camina por las calles de San Francisco con un bolso de n+1, la revista literaria neoyorquina que publicó a inicios de 2016 un ensayo sobre su vida laboral. ‘Estaba muy desilusionada con algunos aspectos de la cultura del emprendimiento y la cultura que estaba viendo en las oficinas y todo el sistema de valores. Esta idea muy vergonzante, muy explotadora, del trabajo divertido y de que la vida personal sea también parte de la vida laboral del empleado’, cuenta. El proceso de escritura le gustó. Prometió buscarse un espacio nuevo después de su aventura en la industria tecnológica, pero el triunfo de Donald Trump a finales de aquel año la llenó de un sentimiento de urgencia, de que algo llegaba a su fin”.
“El segundo empleo de Weiner en el valle fue como encargada de servicios al cliente en una empresa de análisis de datos. Al CEO, un talentoso joven de origen indio, le gustaba recordar a sus empleados una y otra vez que debían estar ‘entregados a la causa’. La frase les llegaba a los trabajadores en los correos electrónicos, en los chats y, por si fuera poco, estaba escrita en la sala de juntas. Toda la comunicación escrita, además de largos correos personales que ella se enviaba, le sirvió para volver a la cabeza de su yo más joven. ‘Fue muy embarazoso ver con cuántas ganas intentaba reclutar a amigos que eran felices en Nueva York para que vinieran conmigo a trabajar a esa empresa. Incluso hice venir a algunos para que los entrevistaran. Era una campeona. Fue doloroso darme cuenta de eso, pero también es cierto que fui muy feliz’, cuenta”.
El libro “Valle inquietante”, explica el autor, “se publicó en Estados Unidos en enero de 2020. Obtuvo muy buenas críticas y mucha atención antes de que la pandemia se convirtiera en el único tema de conversación. Lo que más sorprendió a Weiner, quien hoy escribe de tecnología para The New Yorker, es la conexión que logró. Hubo mucha gente que se puso en contacto con ella para agradecerle que pusiera palabras a su experiencia. No era la única que se había sentido incómoda y enajenada en el sector.”
“El trato le fue erosionando la confianza en sí misma y en algunas partes del texto lucha por sacudirse el sentimiento del síndrome del impostor. Mientras las mujeres estaban recluidas en el área de atención al cliente o en recursos humanos, los hombres escribían códigos y se encargaban de la rentabilidad y la expansión de la compañía al tiempo que daban la vuelta por la oficina en patinetes eléctricos soltando comentarios reprobables.”
“Poco ha cambiado desde entonces. Las mujeres representan el 47% de la fuerza laboral en Estados Unidos, pero solo son el 34% en las cinco grandes empresas tecnológicas. Los esfuerzos por la igualdad son insuficientes. ‘Los programas [de paridad] se topan con un muro porque muchas de las compañías dicen estar interesadas en la paridad pero no están nada interesadas en ceder el poder. Esto se trata de un cambio de poder y de hacer las cosas diferentes, pero no hay incentivos para hacerlo porque todo esto desafía la lógica económica de la industria’, dice después de ser testigo de primera mano de cómo diversas start-ups dejaron pasar la posibilidad de corregir sus vicios.”
Capitalismo y contracultura
Luego, ambos conversan sobre la influencia del boom contracultural de los años 60 en California. El periodista cita textualmente a Weiner: “‘Creo que la gente tiende a pasar por alto que la contracultura era muy antiestablishment, antigobierno y antiejército, pero no era anticapital. Todavía puedes ver mucha de esta irreverencia en Silicon Valley, mucho de aquella narrativa original de que la gente pensaba diferente, se vestían de forma distinta y las oficinas y estructuras de organización estaban diseñadas de otra forma’, en una referencia a Fred Turner, el profesor de Stanford que ha estudiado ambos fenómenos locales”.
Y sigue: “En algún momento, cree Wiener, ‘el valle se convirtió en un sitio anti-intelectual que ha premiado la velocidad y la capacidad de monetización sobre la contemplación y la investigación. La cultura de la intelectualidad es superficial. Está manejada por la filosofía gerencial y del interés del capital. Es muy interesante que los grandes pensadores de Silicon Valley son capitalistas de riesgo. Eso es para mí muy extraño, pero muy estadounidense. Es así como consigues que alguien como Mark Anderson se convierta en pensador. ¿Y quién es Anderson? Un emprendedor que tuvo un trabajo muy importante con buscadores. Hizo mucho dinero de joven y se pasó al venture capital. ¿Por qué habría que escucharle filosofar de algo que no sean esos fondos? No sé. Pero lo mismo pasa conmigo, ¿por qué alguien iba a escucharme a mí filosofar sobre nada? No lo sé’, dice riéndose”