Juan Federico, Sabrina Ibarra García y Hugo Kantis, todos integrantes del Prodem (UNGS), son los autores del capítulo 10 de un manual de próxima aparición, editado en conjunto por la Universidad Nacional de General Sarmiento y la Universidad Complutense de Madrid. Este material está pensado como herramienta de enseñanza y aprendizaje para el sector educativo. Acá brindamos una síntesis de los principales contenidos.
El volumen se titula “Teoría de la innovación: evolución, tendencias y desafíos. Herramientas conceptuales para la enseñanza y el aprendizaje” y tiene como compiladoras a Diana Suárez, Analía Erbes y Florencia Barletta. El capítulo realizado por los miembros del Prodem se denomina: “Enfoque sistémico del emprendimiento: estado del arte y desafíos conceptuales”.
Introducción
Numerosos estudios, desde diferentes perspectivas teóricas, reconocen la importancia que tiene la actividad emprendedora para el crecimiento y desarrollo de los países. Las empresas nuevas y jóvenes suelen ser consideradas como importantes generadoras de empleo y estar asociadas a la introducción de innovaciones, el cambio estructural, la competencia, la eficiencia y la diversificación de actividades.
Sin embargo, la evidencia empírica indica que la realidad se comporta de una manera más compleja: los últimos estudios muestran que sólo una porción de las nuevas empresas que se crean –aquellas que logran sobrevivir y crecer– son las responsables de la mayor parte de estos efectos. En América Latina, es más común referirse a los emprendimientos y nuevas empresas dinámicas.
El emprendimiento dinámico es un concepto que incluye a las empresas gacelas o de alto impacto, pero también al conjunto más amplio de empresas que, sin tener un ritmo de crecimiento sostenido y exponencial, registran trayectorias que les permiten no sólo sobrevivir los primeros años, sino también convertirse en pocos años en (al menos) pymes competitivas con proyección de seguir creciendo.
Ahora bien, para poder entender el surgimiento de estos emprendimientos dinámicos, es necesario adoptar una perspectiva evolutiva y sistémica que se aleje de conceptualizaciones puramente individualistas y que incorpore decididamente las influencias del contexto social, cultural, económico, político y regulatorio a lo largo de las distintas etapas del proceso de emprendimiento y de posterior crecimiento y desarrollo de la empresa ya creada.
En este contexto, el concepto de ecosistema emprendedor (en adelante EE) fue ganando terreno, principalmente, entre emprendedores, instituciones de apoyo y funcionarios públicos. Popularizado en base a los casos exitosos del Silicon Valley, Israel o a los ejemplos de Universidades como Stanford o MIT, es cada vez más frecuente encontrar referencias a ecosistemas virtuosos o a la necesidad de desarrollar los ecosistemas dentro de los discursos y acciones de los gobiernos.
Sin embargo, como todo concepto nuevo y en construcción, existe en la literatura académica una amplia proliferación de definiciones y posibles abordajes, generando una importante dispersión y fragmentación del conocimiento. Quizás por ello, en el último año han aparecido varios estudios que buscan ordenar y jerarquizar las principales ideas y conceptos detrás del EE. Además, estas revisiones puntualizan una serie de indefiniciones, críticas y áreas vacantes en relación al concepto de EE.
En este contexto, este capítulo se propone analizar el estado actual de la discusión en torno al concepto de EE, revisando sus antecedentes, aspectos definicionales y reflexionando acerca de las especificidades que trae consigo este enfoque vis a vis otros conceptos similares íntimamente ligados como los clusters y los sistemas de innovación.
Antecedentes al concepto de Ecosistema Emprendedor: La visión sistémica del emprendimiento
La creación de empresas es un fenómeno que, desde lo teórico, fue abordado por diferentes disciplinas. Las primeras contribuciones tenían como pregunta principal entender por qué, bajo circunstancias similares, algunas personas se inclinan a formar nuevas empresas mientras que otras no. La respuesta a este interrogante se concentró en la existencia de diferencias en los incentivos de mercado a la actividad empresarial, a través de los ingresos esperables por la vía de los beneficios, vis a vis a aquellos por hacerlo en relación de dependencia, vía salarios. Todo ello moderado por la existencia de diferentes rasgos y características personales, especialmente la aversión al riesgo. Entre los economistas, este enfoque se volvió muy popular hacia los años 80s (y aún hoy continúa siéndolo), de la mano de los modelos de elección racional de ingresos –income choice models- y también de aquellos de corte más neoclásico, que parten de suponer la existencia de una habilidad diferencial que distingue a los emprendedores del resto de la población.
Sin embargo, con el paso del tiempo, estos enfoques fueron muy criticados por su limitada capacidad explicativa. El foco de la teoría se fue moviendo hacia el proceso emprendedor como unidad de análisis. La pregunta central pasó de ser quién es el emprendedor a qué y cómo hace un emprendedor. De esta forma, lo importante es analizar el proceso a través del cual pasan los emprendedores hasta la creación de una nueva empresa (u organización). Esta reorientación del foco hacia el proceso emprendedor permitió poner de relieve los factores contextuales que influyen sobre el proceso emprendedor.
Se inauguraría así un nuevo paradigma interpretativo dentro del campo de la creación de empresas, dejando de lado el foco excluyente sobre el individuo y reemplazándola por una mirada más holística, que incluye al emprendedor en el centro, pero en el marco de un proceso en el que inciden, en la decisión de emprender y en la suerte del proceso de emprendimiento, un conjunto de factores sociales, culturales, económicos, políticos y regulatorios.
El paso siguiente sería la evolución hacia un enfoque sistémico. Los primeros avances en esta dirección pueden encontrarse en un artículo de Spilling en los 90s, que plantea algunos aportes parciales acerca del rol de la estructura de negocios preexistentes, la cultura y el clima empresarial en las iniciativas emprendedoras de una localidad.
En paralelo, y con base en los aportes de la escuela institucionalista, comenzaron a aparecer estudios focalizados en el análisis de las diferencias institucionales (formales e informales) entre países y cómo éstas afectan de diferente manera la actividad emprendedora.
De acuerdo al modelo conceptual sistémico, el surgimiento de emprendimientos dinámicos es el resultado de un proceso donde confluyen diferentes factores de carácter social, cultural y económico, que se pueden agrupar en tres ejes: (i) el capital humano emprendedor y sus ámbitos formativos, (ii) el espacio de oportunidades y sus determinantes, y (iii) los factores que pueden promover o inhibir la creación y crecimiento de las empresas.
La siguiente ilustración sintetiza los factores que conforman cada uno de los tres ejes.
El capital humano emprendedor es el factor clave y se refiere a la existencia de una masa crítica de personas que cuenten con las vocaciones y motivaciones específicas para emprender y lograr un sendero de crecimiento significativo.
Otro aspecto a destacar en este proceso formativo es el acceso al sistema educativo. Ello incide en el desarrollo de competencias, por ejemplo para evaluar el potencial y el riesgo asociados a un proyecto o para desarrollar redes personales que sirvan para apalancar las capacidades y recursos propias en beneficio del proceso emprendedor.
Un último determinante importante del capital humano emprendedor es la cultura, definida como el conjunto de valores y creencias dominantes en una sociedad que pueden promover o inhibir la adopción de conductas más o menos emprendedoras.
El enfoque sistémico también considera, como segundo eje conceptual, a aquellos factores que influyen sobre la existencia de oportunidades de negocios. Dentro de este eje se incluyen a las condiciones de la demanda reflejadas por el dinamismo y tamaño de la economía, pero también es clave el perfil de las empresas que conforman la estructura empresarial.
El último eje de esta visión sistémica se relaciona con aquellos factores que inciden sobre la conversión de los proyectos en empresas, y su posterior desarrollo. En primer lugar es fundamental que los emprendedores accedan a una oferta apropiada de financiamiento para crear y hacer crecer sus emprendimientos. Pero también es clave la existencia de capital social, es decir, de relaciones de confianza que faciliten la construcción de redes de contacto con otros actores relevantes (empresarios, instituciones, etc.) y el acceso a los recursos. Asimismo, la creación y desarrollo de las nuevas empresas se verá directa o indirectamente afectada por el rol del gobierno.
En resumen, la naturaleza compleja que adopta el proceso emprendedor, y la multiplicidad de variables que lo afectan en sus diferentes etapas, obligan a adoptar al enfoque sistémico como marco general de análisis. En este contexto es donde se enmarca la reciente literatura sobre ecosistema emprendedor que será revisada y discutida a continuación.
El Ecosistema Emprendedor
Como se planteó en la introducción, el concepto de EE fue ganando terreno en los últimos cinco años. La relativa juventud del término hace que todavía subsistan diferentes definiciones, no siempre del todo de acuerdo entre ellas. A continuación abordaremos los principales acuerdos y diferencias entre ellas para llegar a una definición que sintetice la discusión previa.
Acuerdos y diferencias en las definiciones de ecosistema
En términos generales, todas las definiciones tienden a coincidir en resaltar que un EE consiste en un conjunto de actores y factores contextuales interrelacionados, localizados en un espacio determinado.
¿Qué elementos componen un ecosistema emprendedor?
Tal como se mencionó, un EE se define como el conjunto de actores y factores contextuales que se encuentran interrelacionados y que en su dinámica inciden en los procesos de surgimiento y desarrollo de nuevas empresas. Quizás este aspecto es uno de los más tratados por la literatura hasta el momento. Sin embargo, en su mayoría, los estudios se limitan a ofrecer un listado (más o menos comprehensivo) de actores y elementos del contexto, sin establecer claramente las relaciones de causa y efecto entre cada uno de ellos. De esta manera, gran parte de lo que hoy sabemos sobre el EE queda en un nivel descriptivo, reduciendo así su aporte al proceso de diseño de políticas.
¿Qué aspectos específicos distinguen al EE frente a otros conceptos similares?
Llegados a este punto, es clave identificar la especificidad del concepto de EE en relación con otros conceptos similares ampliamente desarrollados por la literatura, principalmente el de clusters y el de sistemas de innovación, que son tratados en otros capítulos de este manual. El propósito es dilucidar qué aspectos novedosos incorpora el concepto de EE que no son tenidos en cuenta por los enfoques anteriores y que hacen que lo colocan en mejores condiciones para explicar el fenómeno de emprendimiento.
¿Qué rasgos específicos adoptan los EE en el caso de los países menos desarrollados?
Un primer punto de contraste tiene que ver con las brechas estructurales existentes entre unos y otros, que determinan condiciones iniciales de partida bien diferentes, por ejemplo, en términos de las condiciones sociales, la plataforma de CTI y las características de la estructura productiva e institucional, entre otros aspectos. También existen diferencias en relación a las condiciones de la demanda y a las bases de capital social, tan relevante para la construcción de redes de contacto, y que reflejan en gran medida las diferencias en términos de estructura social y de grado de horizontalidad vs jerarquía en los vínculos al interior de la sociedad. Pero, además de las cuestiones estructurales asociadas a las distintas configuraciones de partida, también la dinámica observada en el comportamiento y evolución de cada una de las cinco dimensiones es diferente, profundizando las brechas estructurales de inicio existentes en unos y otros casos.
Limitaciones y desafíos de la literatura sobre ecosistema emprendedor
Resumiendo, a lo largo de las secciones previas se buscó dar cierto orden al conjunto fragmentado (y a veces hasta contradictorio) de aportes e ideas que sobre EE se dieron en especial en los últimos años, cuando este concepto fue ganando protagonismo primero entre los emprendedores, políticos y aquellos que trabajan en las distintas instituciones de apoyo a emprendedores y, más recientemente, entre los académicos. No obstante ello, todavía subsisten importantes aspectos sobre los que es necesario profundizar y dotar al EE de un mayor contenido teórico. Estos desafíos, que conforman de alguna manera la agenda futura de investigación en este tema, están detallados en la sección final del capítulo que podrán descargar.
Para acceder al capítulo completo entrar acá.
Sérvulo Anzola Rojas
Excelente aportación a la cultura emprendedora, mucho tenemos que hacer en este sentido. Gracias por compartir y muchas felicidades por su aporte emprendedor.
Cecilia Menendez
Gracias Sérvulo por tu comentario. Hay mucho camino por recorrer. Saludos, Equipo Prodem
Alberto Martínez Jiménez
Muy importante la síntesis evolutiva del emprendedurismo y la conceptualización de los elementos que inciden en la generación y desarrollo de nuevas empresas.