Entrega final de nuestro diálogo con Alan Gibb, profesor emérito de la Universidad de Durnham, especialista en entrepreneurship y miembro del Comité Consultivo de Prodem. En sus respuestas, enfatiza los errores y aciertos de las políticas de estímulo.
Prodem: ¿Cuáles son los elementos clave en los que una institución de apoyo a los emprendedores debería ser efectiva?
Alan Gibb:
i) Al igual que en el caso de las universidades, el resto de las instituciones deberían ser emprendedoras en sí mismas, organizadas de manera tal que tengan flexibilidad y libertad para su staff. Lo esencial para una organización emprendedora es que opere sobre la base de la confianza, no del control. Además, debería maximizar la capacidad de sus integrantes para diversas cuestiones. Las principales, en una enumeración rápida, deberían ser: sentirse parte del programa, desarrollar y explotar su propio networking, comunicar en todos los niveles de la organización, estar comprometidos a enfrentar los problemas y a aceptar responsabilidades, permitir el aprendizaje a partir del error, aprender haciendo, tomar riesgos calculados y trabajar con autonomía.
ii) La institución, por otra parte, debería autoevaluarse con los ojos de sus beneficiarios, y no sobre la base de cuántas actividades realizó y sus resultados (cantidad de destinatarios a los que se llegó, cantidad de programas, etcétera.). Pues muchas pequeñas instituciones públicas alrededor del mundo realizan numerosas actividades, sin alcanzar altos niveles de credibilidad entre los destinatarios a los que se dirigen. El Stakeholder Assessment Model (SAM) es la evaluación clave para los programas de apoyo público.
iii) Se deberían abandonar los títulos “apoyo y asistencia”. Los emprendedores no son personas a las que les falta techo, comida o una extremidad en sus cuerpos, sino que son gente que está tratando de hacer cosas. Expresiones tales como “desarrollar empresas” son más apropiadas.
iv) Como se mencionó anteriormente, se deben dirigir los esfuerzos a aprovechar las energías de los empresarios existentes, creando foros empresariales. Estos pueden estar organizados sobre la base de una determinada actividad sectorial, creando foros de desarrollo de negocios.
Prodem: ¿Cuáles son los desafíos clave a los que se enfrenta un gobierno al diseñar una política de apoyo al entrepreneurship?
Alan Gibb:
i) Quizás lo más importante es realmente reconocer la importancia de las pequeñas y medianas empresas, y hacer lo imposible para comunicarse y trabajar con ellas. Es interesante hacer notar que, cuando los gobiernos buscan tomar consejos de la comunidad de negocios para hacer políticas, casi siempre eligen a los “capitanes de la industria” o a las corporaciones, ¡muchos de los cuales nunca pusieron en marcha un negocio en su vida! Los empresarios Pymes deberían tener cierta presencia en este tipo de llamados o consejos al gobierno.
ii) Los gobiernos muchas veces basan sus políticas de apoyo en la noción de “fallas de mercado” en vez de en la noción de “fallas institucionales”. El concepto nebuloso de “falla de mercado” se asienta en la falsa premisa de que los mercados normalmente funcionan a la perfección. De hecho, los mercados están siempre manipulados por estructuras de poder. La mayor parte de las grandes empresas se dedican a crear nichos de protección frente a la competencia. Frecuentemente, esta protección se alcanza a través de sus influencias. El problema real son las “fallas institucionales” en las cuales las reglas y las regulaciones están influenciadas por las grandes corporaciones. El ejemplo clásico en el Reino Unido y en el resto de Europa es la incapacidad de los gobiernos para realmente reformar el sistema bancario, enfrentándose al poder del sistema financiero, luego de los colosales errores que les costaron a sus economías billones en salvatajes y a través de la caída de su producción.
iii) Este sesgo institucional crea barreras para el desarrollo de una cultura emprendedora. La manera en la que las escuelas de negocio están organizadas, en base al modelo corporativo (que ha sido extensamente criticado en la literatura reciente), es un ejemplo clásico. Pero hay muchos otros. Este sesgo internacional tiene una dimensión internacional, que está, se podría decir, embebida en la influencia que tienen el Banco Mundial y el Fondo Monetario internacional sobre las políticas de los países “en desarrollo”.
iv) El desarrollo empresarial es un fenómeno que se logra “de abajo hacia arriba”, y los gobiernos deberían adaptar sus políticas sobre esta base. El rol del gobierno central es muy limitado en lo que refiere a la oferta de servicios de apoyo. Los informes estandarizados dirigidos a una autoridad central frecuentemente terminan en una burocracia controladora mediocre. La comunidad Pyme tiene características diferentes y necesita servicios de apoyo diferentes. La descentralización del poder, particularmente el poder financiero para estimular el desarrollo de una comunidad local de negocios, es un elemento clave. El modelo chino es un muy buen ejemplo de esto. Las Pymes fueron responsables de las altas tasas de crecimiento, por encima del 10% anual, desde 1979 hasta inicios del siglo XXI. Las autoridades locales siguieron el tema muy de cerca. China es ideológicamente centralizada, pero un enorme poder financiero descansa en el nivel local.
v) No es posible, para los gobiernos, elegir a priori a los ganadores. Se ha puesto de moda en algunos países afirmar que el propósito del gobierno es trabajar con los “ganadores” (aquellos negocios que van a crecer). Esto se basa en la evidencia de que, de una cohorte de pequeñas empresas, sólo alrededor del 5% va a crear la mayoría de los puestos de trabajo en un determinado período. Por ello se fundamenta que hay que trabajar con ese 5%. Pero existen diversos problemas en este enfoque:
No es posible identificar a los ganadores. Si esto fuera posible no existiría la industria de capital de riesgo.
Es claro que en el agregado, los startups y el autoempleo son los emprendimientos que más mano de obra generan en Europa: el número total de empresas que se crean tiene gran importancia.
Los startups tecnológicos, que son frecuentemente destacados como los emprendimientos con alto potencial de crecimiento, no son masivos en términos de empleos y de su contribución al crecimiento. Sólo unos pocos van a crecer sustancialmente y luego de un largo período de tiempo.
Muchos emprendedores que inician un negocio no tienen idea, en sus primeros años, de que van a construir un imperio.
En términos generales, no hay evidencia de que los emprendimientos con perspectivas de crecimiento necesiten un apoyo especial.
Las firmas que están tratando de sobrevivir en circunstancias de mercado difíciles, pueden estar tan necesitadas de asistencia como las firmas en crecimiento. De igual forma, muchas firmas que se convirtieron en jugadores claves de una industria tuvieron períodos en los cuales su supervivencia estuvo comprometida.
Así, la experiencia indica que la manera indicada para encarar este tema es focalizar en las firmas que necesitan y buscan apoyo para continuar su crecimiento. Pero esta ayuda debe enfocarse de forma tal de responder a sus necesidades y oportunidades de negocios, evitando modelos genéricos de apoyo.
Existe también un caso para argumentar en favor de la protección a la emergencia de nuevos negocios. Es claro que buena parte del éxito de China, Corea del Sur e India descansa en la protección a las industrias nacientes. Esto marca la necesidad de apoyar a los nuevos emprendimientos como parte de una estrategia de desarrollo. La apertura de mercados, como sugería el Consenso de Washington, esta siendo crecientemente desacreditada, aunque naturalmente sigue viviendo en los corazones de la comunidad corporativa internacional.