El mes pasado, en el diario La Nación de Buenos Aires, un texto relataba los sinsabores del emprendedor que sufre la brecha creciente entre promesa y realidad. Como dice una de las fuentes consultadas: “Hay una fina línea entre «innovación» y «locura», y navegar este delicado equilibrio es uno de los principales desafíos del emprendedor”.
La producción de La Nación, firmada por el periodista Sebastián Campanario, resume el problema en boca de Nicolás Pimentel, director de +Castro, una agencia de innovación argentina que fue seleccionada por la revista especializada AdAge como una de las 10 boutiques de su tipo más creativas del mundo. Dice Pimentel: “Muchos empresarios viven en lo que yo llamo una «nube de capital semilla»: logran ganar un concurso de start ups de un país, luego pasan a otro de un organismo internacional, los diarios les hacen notas describiéndolos como «el próximo Elon Musk», y luego de tres o cuatro años, si el proyecto no arranca, caen en una frustración enorme.”
También la producción convoca a Ingrid Toppelberg, una economista argentina que vive en Boston, al frente de un proyecto para ayudar a innovadores y emprendedores superexitosos que, paradójicamente, “sienten que son un fraude”. Hizo incluso un taller de este tema, tras “tener muchísimas conversaciones con amigos y colegas muy exitosos, pero que se sienten impostores sin nada que ofrecer al mundo.”
El lugar elegido para esta “terapia de grupo”, explica el texto, fue el MIT, un centro de estudios icónico para la innovación. “Desgraciadamente, el MIT tiene un serio problema con la depresión, la ansiedad y el síndrome del impostor (el año pasado, seis estudiantes se suicidaron)”, cuenta la economista, “pero también hay una gran necesidad a abrir esta agenda en la comunidad de emprendedores, por lo que además daremos el taller en el Cambridge Innovation Center, el mayor centro de innovación de Boston”.
“Cuando estás trabajando en ambientes disruptivos, de mucha innovación, estás creando algo nuevo que es difícil relacionar con lo que conocemos. Cuando AirBnb empezó, les costaba mucho explicar el concepto, los creían locos y nadie pensaba que la gente iba a permitir extraños en su casa. Hay una fina línea entre «innovación» y «locura», y creo que navegar este delicado equilibrio es uno de los principales desafíos del emprendedor”, agrega.
Para Toppelberg, “cuando estás creando algo nuevo es como si estuvieras «operando desde el futuro»: estás fuera de tu zona de comodidad, hay nuevas reglas, ni siquiera estás seguro de cuáles serán tus desafíos. Para poder operar bajo tanta incertidumbre se necesita tener una profunda confianza (bastante similar a la fe) y acceso a una visión, y un conocimiento más profundo que te ayude a navegar esa línea entre innovación y locura. Hay muchos factores que te pueden desviar de este balance interior: la comparación con tus colegas, la opinión pública (o de algunas personas en particular), la codicia, el ego o nuestra propia voz interior que a veces nos juega en contra y nos llena de dudas”.
Otra fuente consultada en el texto fue el empresario y organizador de TEDxRioDeLaPlata Emiliano Chamorro, que en su curso sobre “Emprendedorismo sin verso”, tuvo una demanda cinco veces mayor al cupo previsto.
“Una cosa que veo frecuentemente es la falacia de los «casos de éxito»”, cuenta Chamorro, que además es miembro de Serendipity, un grupo de personas que se reúne todas las semanas a discutir sobre temas de frontera e innovación. “Nassim Taleb -el autor de El cisne negro- habla mucho de esto en la «falacia narrativa» y yo en mis clases a veces tomo un ejercicio suyo para ilustrar el punto: les pido a todos los alumnos que saquen una moneda y tiren cara o ceca. Los que tiraron ceca guardan la moneda. Los que tiraron cara siguen tirando. Nuevamente los que tiraron ceca guardan la moneda y los que tiraron cara siguen tirando, y así hasta que queda uno que tiró cinco o seis caras seguidas. Pido un aplauso para el exitoso y lo invito a pasar al frente a contar «cómo es tan bueno tirando caras». Y finalmente les digo que aprender de «casos de éxito de emprendedores» muchas veces se parece a aprender a tirar caras del afortunado compañero: si una suficiente cantidad de gente juega un juego muchas veces, necesariamente va a haber unos muy exitosos, aunque no tengan ningún talento para el juego o éste sea meramente de azar.”
En este contexto, dice Chamorro, “es crucial decidir de quién aprender. Y para esto es importante tratar de identificar quién tuvo éxito más bien por suerte y quién tuvo éxito por hacer las cosas bien. Si no, uno puede estar tratando de aprender cómo hacerse rico del que ganó la lotería o heredó una fortuna. Muchas veces los que tienen éxito creen que saben por qué y que lo pueden enseñar, que se debe a ellos. Y para peor, los que los escuchan también piensan lo mismo”.