Hace pocos meses The Guardian publicó un informe que se apartaba del tema urgente –la pandemia de Covid- para echar luz sobre la tensión entre inversores con base en EE.UU. y startups africanas. Una relación que aparece marcada, aunque sea difícil de creer, por sesgos de discriminación e incluso racismo.
El título original del artículo, firmado desde Nueva York por Larry Madowo, es muy revelador de lo que va a leerse: “Silicon Valley tiene mucho dinero para las nuevas empresas africanas… si no eres africano”.
Enseguida, la apertura marca el eje concreto: “El capital de riesgo y el capital privado estadounidenses (venture capital and private equity) dominan África, pero principalmente financian a otros fundadores extranjeros blancos, mientras los empresarios negros luchan por obtener financiación”.
Y a continuación, un simple intercambio de emails entre un potencial inversor estadounidense blanco de San Francisco y el emprendedor negro africano Jesse Ghansah marca el grado de prejuicio del primero, cuando le pregunta a Ghansah: “ ‘Perdón por preguntar, pero ¿entiende que el dinero pertenece a la empresa y no es su fondo personal?’ “. De inmediato, el africano rechazó el trato, por el cual aspiraba a recaudar fondos para su primera startup, cuatro años atrás.
Y sigue luego el artículo: “Hay muchos problemas sistémicos cuando un fundador negro recauda dinero en el extranjero”.
Ocurre que el peso de los fondos de EE.UU. es muy alto en el continente de Nelson Mandela y Patricio Lumumba: el artículo detalla que los inversores con sede en América del Norte “representaron el 42% de todos los acuerdos de capital de riesgo africanos en los últimos cinco años, según la Asociación Africana de Capital Riesgo y Capital Privado. Solo el 20% del efectivo de riesgo provino de inversores con sede en África, lo que obligó a los empresarios del continente a buscar el apoyo de los occidentales”.
Más aún: “de las 10 principales empresas emergentes africanas que recibieron la mayor cantidad de capital de riesgo en África el año pasado, ocho fueron lideradas por extranjeros, reveló el análisis de datos públicos de The Guardian”.
Y se consignan más datos sobre este sesgo pro-blancos: “En Kenia, por ejemplo, solo el 6% de las nuevas empresas que recibieron más de US$ 1 millón en 2019 fueron lideradas por lugareños, según un análisis de Viktoria Ventures”.
Más adelante agrega: “Los pesos pesados globales como Goldman Sachs, la Universidad de Stanford, la Iniciativa Chan Zuckerberg, Andreessen Horowitz y Sequoia Capital han invertido con más frecuencia en nuevas empresas africanas con fundadores blancos involucrados que en empresas dirigidas exclusivamente por africanos negros”.
Luego el artículo da el ejemplo de Twiga Foods, una startup de siete años “que conecta a productores y vendedores de alimentos con mercados que han recaudado 67 millones de dólares. Fue cofundada por Peter Njonjo, un keniano que era un alto ejecutivo de Coca-Cola y un estadounidense educado en Oxford, Grant Brooke, que es originario de Texas”.
Brooke explica que “es consciente de ‘muchos prejuicios y ventajas subyacentes’ de su experiencia”. Y lo explica así: “Cuando hablo con un capitalista de riesgo que se parece a mí y tiene la misma formación académica, incluso cuando estropeo algo, simplemente me corrigen y lo descartan como una conversación entre colegas “, dijo. “Sin embargo”, agrega, “si un fundador africano negro hiciera lo mismo, lo verían como un ignorante y lo juzgarían de manera diferente. Ni siquiera creo que sea consciente, pero lo hacen”.
Se consigna luego lo que ocurre en 500 Startups, a la que definen como “la empresa de capital de riesgo en etapa inicial más activa del mundo”. Allí, afirma el artículo, los negros están en gran parte infrarrepresentados. Estima que solo 92 fundadores se identificaron como negros o afroamericanos de las 2.400 empresas en las que ha invertido en todo el mundo.
Los datos aportados por la nota no dejan de sorprender. Por ejemplo, el siguiente: “Un fundador blanco tiene un 47.000% más de probabilidades de ser financiado (si está radicado) en Kenia que en los Estados Unidos, calculó el autor y empresario con sede en Seattle, Roble Musse, basándose en las divulgaciones de 2018. Los blancos constituyen menos del 1% de la población. Descubrió que el 65% de los fundadores expatriados, principalmente de EE.UU., Reino Unido, Italia, Dinamarca y Alemania, ni siquiera habían vivido en Kenia antes de iniciar sus empresas”.
Y se agrega otra apreciación, esta vez del tecnólogo de polímeros sudafricano Nomahlubi Nazo: “Si yo fuera blanco, mi idea se habría tomado al pie de la letra. Pero debido a que soy negro, necesito hacer un esfuerzo adicional, necesito asegurarme de que mi nivel de educación sea el correcto, que mi producto realmente haga lo que digo que hace”. Así, la ignorancia sobre el mercado africano por parte de los inversores más acomodados ha atrofiado a muchos jóvenes nativos del continente con ideas prometedoras”.