Programa de Desarrollo Emprendedor

Newsletter 2 – Noviembre 2010

Shopping de nuevas empresas en América Latina: ¿cuál es el saldo?

noviembre 2, 2010

Hugo Kantis analiza el fenómeno de las adquisiciones de empresas jóvenes dinámicas latinoamericanas y sus implicancias para el desarrollo económico latinoamericano y las políticas de apoyo para fortalecerlas.

Días atrás, al concluir una exposición sobre el proceso de creación y desarrollo de empresas tecnológicas, se me acercó muy preocupado un funcionario del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Argentina. Había participado en un seminario con un experto israelí, quien le había comentado que los inversores norteamericanos iban a Israel “de shopping”, es decir, a comprar jóvenes empresas tecnológicas. Frente a esto, el funcionario me urgía a pensar qué hacer ante el riesgo de extranjerización de las nuevas empresas, y cómo evitar que los instrumentos públicos acaben siendo un subsidio para  inversores del exterior.

Extremando el argumento, podría llegar a pensarse inclusive: ¿vale la pena, ante dicho riesgo, invertir fondos públicos en la creación de empresas de base tecnológica que, si todo sale bien, terminarán engrosando el portfolio de los inversores del exterior? Casualmente, en el marco de una investigación que estábamos haciendo sobre nuevas empresas tecnológicas y sus contribuciones al desarrollo de los países latinoamericanos, el mismo debate se había presentado al interior de nuestro equipo.  Habíamos identificado los casos de las brasileñas Akwan, empresa de software comprada por Google, y de las biotecnológicas Alelix y Canavialis, ambas adquiridas por Monsanto, la uruguaya  Interactive Networks, empresa de telemática adquirida por Geodesic Systems o, más recientemente, el de la argentina Three Melons, empresa de video juegos comprada por Playdom y luego por Disney. Habría que sumarles, además, aquellas otras empresas que habiendo recibido inversiones del exterior que no implicaban la adquisición total del paquete accionario, desplazaron su centro de decisiones estratégicas hacia el exterior.

Para explorar si vale la pena invertir fondos públicos en estas empresas, indagamos qué pasó con algunas de estas firmas y sus emprendedores. En concreto:

  • ¿Cuál era el balance social del proceso?
  • ¿Se había generado empleo de calidad?
  • ¿Se había diversificado el tejido productivo?
  • ¿Se había contribuido al proceso de innovación e internacionalización?
  • ¿Se había ampliado la plataforma de nuevas capacidades empresariales de la economía?
  • ¿En qué medida estos potenciales efectos positivos habían permanecido una vez que había ocurrido la inversión o la adquisición del exterior?

Una primera respuesta surge de nuestras propias estadísticas: sólo una minoría de las nuevas empresas tecnológicas pasan por estos procesos. Si bien internacionalizarse y crecer es más difícil o lento cuando se carece de la inyección de fondos del exterior -o bien puede encontrar un techo más bajo- la enorme mayoría de los que lo lograron lo hicieron sin esos recursos. El análisis de cómo lo consiguieron no es el foco de esta columna (el tema es tratado en el libro Corriendo las fronteras, que aparecerá a inicios de 2011 y que comentamos en el número anterior de Dinámica Emprendedora). En segundo lugar, los recursos públicos invertidos podrían ser fácilmente recuperados (por ejemplo, mediante una cláusula de devolución en caso de venta). Pero lo más sustantivo de la pregunta sigue vigente: ¿qué queda al final de este proceso? Para ello nos concentramos en el análisis de algunas firmas tecnológicas de alto dinamismo y potencial que fueron adquiridas o invertidas desde el exterior. Si bien nos proponemos seguir este tipo de empresas en el tiempo, a continuación enunciamos algunos hallazgos preliminares basados en algunos casos que hemos comenzado a explorar. Aquí, una síntesis:

1. Hasta el momento del ingreso de la empresa o inversor del exterior, las firmas tecnológicas analizadas han contribuido en forma nítida a la generación de empleo de calidad y de innovaciones, a la diversificación del tejido productivo, han comenzado su proceso de internacionalización y expresan, en definitiva, el resultado de un proceso de acumulación de capacidades emprendedoras dinámicas. Hasta acá todo parece bien pero… ¿Qué pasó con las empresas una vez que ingresó el capital del exterior?

2. Según hemos podido observar, su proceso de internacionalización tendió a acelerarse y la mayoría sigue teniendo una presencia relevante en el país latinoamericano que las vio nacer, generalmente especializada en actividades de investigación y/o desarrollo (I+D). Es decir que, aunque no estemos acostumbrados a pensarlo de esa manera, la creación de una nueva empresa acabó de hecho convirtiéndose en una “zanahoria” para atraer inversión extranjera directa de alta calidad y facilitó la inserción en una cadena de valor global. Asimismo, ayudó a irradiar la imagen de que en América Latina se puede hacer tecnología.

3. ¿Y los fundadores de las empresas? ¿Qué se hizo de sus capacidades emprendedoras? En algunos casos los fundadores siguen ocupando puestos jerárquicos en la compañía, al menos por un tiempo. En otros, no han podido con su genio y se han lanzado con nuevos start ups y, en más de uno, han comenzado a alimentar la industria del capital de riesgo, convirtiéndose ellos mismos en inversores que ayudan a nacer y crecer, aportando capital inteligente, a otras nuevas empresas en la región.

¿Estamos entonces ante un final feliz? No tan rápido, pues todavía podría ocurrir que los nuevos centros de decisión de las empresas decidan deslocalizarlas hacia otro país que les resulte más conveniente. Esa posibilidad siempre estará y dependerá, al menos parcialmente, de la capacidad de los países y regiones para implementar políticas que ayuden a florecer el capital emprendedor (ver minientrevista a David Audretsch en esta misma Newsletter) y a que las empresas desarrollen raíces profundas a nivel local. Un enfoque sistémico es el más apropiado para pensar políticas orientadas en esa dirección. Asimismo, debería ampliarse el foco, y desarrollar instrumentos de medición más afinados, para poder determinar el impacto general de esta llegada de capitales. Porque estos resultados (I+D que permanece arraigada localmente, ex-dueños de empresas que arman venture capital local, imagen de la región como vanguardia tecnológica e imán de nuevas inversiones, entre otras) suelen quedar ocultas detrás de la mera estadística acerca de la titularidad de las acciones.

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