El chileno Sebastián Vidal, quien había liderado el programa Start-Up Chile, hoy dirige un programa en Puerto Rico, donde invierten en 80 compañías globales. El objetivo es acercar los emprendedores de América Latina al mercado estadounidense.
Sebastián Vidal es chileno y actualmente trabaja como Director Ejecutivo de Parallel18, un programa de inicio internacional con sede en Puerto Rico, donde apoyan e invierten en 80 compañías globales por año con el objetivo de tener un impacto económico y social en la isla caribeña. Después del primer año, el programa ha podido generar cinco veces el retorno de la inversión distribuida. Antes dirigió en su país natal el programa Start-Up Chile, financiado por el gobierno, con el objetivo de atraer empresarios de mentalidad global al país andino y de ese modo convertirlo en un nodo de innovación reconocida mundialmente.
Prodem: Estás involucrado en el ecosistema latinoamericano desde hace ya una década con Start up Chile. Pero hoy te quiero preguntar sobre Puerto Rico, donde aterrizaste hace unos años. ¿Cuál es la oportunidad que viste ahí y cómo nació Parallel18?
Sebastián Vidal: Es interesante mirar qué pasó en ese momento y por qué me mudé a Puerto Rico. Creo que hay dos razones fundamentales por las que ocurrió eso. Primero, la contingencia local de la isla, tenía dos cosas particulares que estaban ocurriendo en ese momento, estoy hablando de 2015. Primero, una economía en depresión en las últimas tres décadas, un talento muy importante que se estaba yendo. El 50% de los ingenieros se iba de la isla. Principalmente porque son ciudadanos norteamericanos, por lo tanto tienen la posibilidad de trabajar en Estados Unidos, y una falta de inversión en el futuro de una economía y que normalmente eso está relacionado con el desarrollo de economías de conocimiento. Cuando llegamos en 2015 nos encontramos con que no había mucho desarrollo sobre la industria, había poco dealflow, no había fondos de inversión en compañías, es como ir 10 años antes de los capitales de innovación más desarrollados en Latinoamérica. Bien atrasados. Pero al mismo tiempo, eso generaba una oportunidad, porque si pudiésemos ajustar un poquito la aguja hacia adelante: generar ciertos vehículos de inversión, apoyo (incubación y aceleración); podíamos ver un ecosistema totalmente distinto, desarrollado y poder así impactar en la economía local. Puerto Rico es una isla chiquitita, por lo tanto si se hace algo, bien hecho, profesional y con métricas, se puede llegar muy lejos. Esa es la primera razón, y la segunda es que mi experiencia en Startup Chile demostró que muchos empresarios latinoamericanos no tenían la capacidad ni las conexiones necesarias para poder entrar al mercado norteamericano, para tener ese acceso. Y Puerto Rico juega un rol perfecto, porque es una cultura latinoamericana pero en lo legal, en lo financiero, está todo protegido por las leyes y por el sector financiero norteamericano. Por lo tanto, si yo cierro con un cliente en Puerto Rico, estoy cerrando con un cliente técnicamente en Estados Unidos. Y esa ventaja nunca se había potenciado dentro de la isla. Por lo tanto dijimos: “ok, ¿qué pasa si diseñamos un programa que lo que busque es dos cosas: atraer talento latinoamericano y portorriqueño también a la isla para que busquen expandir a un mercado tan grande como el norteamericano?”. Eso como primera cosa. La propuesta de valor es hacia el latinoamericano y, mientras eso ocurre, vamos a generar impacto económico en la isla, ya que esto provoca que contraten gente ahí, van a cerrar con clientes ahí, van a levantar capital privado. Eso fue nuestra hipótesis.
De la hipótesis a la realidad, nos ha ido súper bien. Hasta ahora hemos apoyado a 180 compañías. Las hemos financiado con un fondo de subsidio pero, además, tenemos un fondo de inversión. Por lo tanto, si hoy en día hemos entregado seis millones de dólares en subsidio, hoy día el capital privado que se ha generado de ese monto es casi tres veces lo que nosotros hemos puesto. Son casi 18 millones de dólares lo que se ha generado en capital privado dentro de Puerto Rico. Cuando en el 2015 tú preguntabas… eran 100 mil dólares al año. El cambio ha sido exponencial. Creo que la experiencia, por lo menos para mi gusto, lo que me llena de lo que hago hoy día, es cómo podemos generar o sembrar donde no hay, y empezar a ver frutos donde antes se veía tan poco.
Prodem: ¿Puedes contarnos un poco la experiencia de formar esos fondos? ¿Qué actor tuvieron que mover? ¿Qué cambios culturales tuvieron que promover en la mentalidad de los inversores de la isla o también los inversores de afuera?
SV: Obviamente el que comienza esto es un fondo de gobierno y creo que, como en la mayoría de los países de Latinoamérica, cuando los gobiernos hacen un análisis correcto y ven que hay gaps distintos en el viaje del emprendedor, es responsabilidad del gobierno tomar el tema y llenar esos gaps. Ahora, hay que hacerlo con cuidado, porque puede llenar los gaps incorrectos. Pueden llenar algo que ya estaba lleno antes y creo que ese fue el rol que tomó el gobierno de Puerto Rico y el Gobierno Federal de Estados Unidos cuando nosotros llegamos. Yo tuve mucho énfasis en decir: “el capital tiene que estar de la mano del emprendedor, no tiene que estar en la organización”, tiene que estar financiado esto de alguna manera para que se empiecen a generar desarrollos de estas compañías. Además, lo otro que hicimos distinto de Startup Chile, es que Startup Chile es administrado y financiado por el gobierno, pero Parallel18 es financiado por el gobierno pero no administrado por él, sino por una ong que se llama Puerto Rico Science and Technology Research Trust, equivalente a la ANII de Uruguay. Es completamente independiente del gobierno aunque recibe sus fondos, lo cual tiene muchos beneficios. Primero, la rapidez: es mucho más veloz entregando los recursos, mucho más flexible en las actividades que yo pueda tener. Entonces yo le dije, “mira…si el gobierno va a poner dinero, perfecto. Hagamos un subsidio, una estrategia de subsidio, que es común en Latinoamérica, por lo menos en algunos países, pero además agreguémosle un componente de inversión privada del que nosotros podamos tener un pie dentro de la inversión. Si voy a estar compartiendo con 60 compañías al año, yo sé cuáles son las seis mejores, ¿cierto? Entonces, ¿por qué no invertir en esas compañías?”. Y ellos dijeron: “está perfecto, lo hacemos. Está en una ONG, se puede”. Ahora, ¿cómo atamos eso a los fondos de inversión? La única forma para que eso ocurra -hoy día estamos invirtiendo medio millón de dólares, eso es inversión pura como programa- es si esas compañías son capaces de levantar capital privado en la isla. Y eso explotó, porque no hay muchas opciones de inversión en la isla hoy día, porque los bonos están en el suelo, no hay industria tradicional, no hay agro, entonces los inversionistas –la persona norteamericana con dinero que vive ahí, o bien un habitante local– empezaron a ver esto como una forma de inversión viable. Y ese medio millón que nosotros pusimos, se ha multiplicado hoy día 10 veces eso o más, por año. Entonces creo que hay una mezcla entre cómo ese subsidio público se apalanca en el mundo privado y ahí es donde está lo interesante.
Prodem: Convergieron esos factores y el equilibrio también. En ese sentido, en tu experiencia, ¿el gobierno está abierto a que el sector privado vaya guiando sobre cómo implementar esos fondos? Dijiste que es administrado por una ONG.
SV: Sí
Prodem: ¿Cómo crees que convencieron al gobierno de confiar el dinero público a actores privados, que es uno de los desafíos que vemos en la región? ¿Cómo se animaron a experimentar?
SV: Yo creo que hay un porcentaje de necesidad. Hemos probado tantas cosas que hoy día no han funcionado, vemos que el emprendimiento, la innovación y la tecnología son no sólo temas del futuro, sino del presente, y como gobierno querían experimentar en eso. Hay un porcentaje también importante en mi experiencia personal, en la experiencia que tengo con Startup Chile: “ok, no le estoy dando el presupuesto a esta persona que no tiene esa experiencia, [sino porque] puede por su networking y por la capacidad que tiene de implementar un programa como este”. Y hay otro porcentaje de que, realmente, los gobiernos están convencidos de que esto puede tener lógica. Hoy día hay un porcentaje importante del presupuesto, no es el mayor porcentaje del presupuesto de gobierno, que se va a emprendimiento. Y lo otro es que es independiente del color político, recibimos fondos del gobierno anterior, recibimos fondos de este gobierno y estoy seguro de que vamos a seguir recibiendo fondos del próximo gobierno. Y es porque se hacen cosas serias, hay experiencia de años, estamos mostrando resultados y al final, si te preguntas cuál es el objetivo… si yo soy exitoso los próximos 10 años como programa… lo más exitoso que podría ser, es que ya no exista mi programa. Porque lo que estoy haciendo es que existan más compañías dinámicas creciendo en un ecosistema. Si eso ocurre, ya no me van a necesitar a mí, por lo tanto Parallel18 no va a existir.
Prodem: Sin embargo, siempre va a haber empresas nacientes que necesiten una mano, pero es interesante tu visión de éxito. Para que eso llegue a suceder, ¿cuál es la principal barrera que queda por romper?
SV: Creo que hay varias cosas. Un desafío principal es seguir promoviendo nuestra propuesta de valor a ese emprendedor latinoamericano específico que nosotros buscamos, ese emprendedor que no solo está en el mercado ya, normalmente nuestro foco es entre 10 y 25 mil dólares mensuales en venta, un equipo entre 3 o 4 personas como fundador, que ya llevan uno o dos años en el mercado y que no solamente tienen la declaración o la intención de querer ir a un mercado tan grande como el norteamericano, sino que tienen la capacidad de hacerlo. De repente nos toca gente que nos dice: “mira, lo creé hace un año, estoy solo en Perú y me quiero ir a Puerto Rico para poder lanzarlo en el mercado norteamericano”…”Bueno”, le contestamos, “¿y a quien va a dejar a cargo en Perú?”. Como programa no queremos ser una limitante en el crecimiento de tu compañía, porque si esto no funciona y tienes que volver a tu país, que siga ocurriendo en el fondo. No vamos a mirar un ápice de tu desarrollo, vamos a mirar toda tu compañía. Por lo tanto, creo que ahí el desafío es seguir comunicando nuestra propuesta de valor y tenemos que seguir buscando los mejores deals que podemos encontrar en Latinoamérica.
El segundo desafío es cómo aumentamos el pipeline local, y eso es un desafío que tiene la mayoría de los países emergentes. Cada vez les cuesta más encontrar y crear un nuevo pipeline para poder seguir apoyando. Y en esta industria es la regla de los números: mientras más compañías, más éxitos vas a tener. Si apoyas cinco deals al año, no va a haber mucho éxito en el corto plazo. Así que uno de los desafíos es cómo multiplicamos lo que hoy día estamos apoyando localmente que son 40 compañías al año, en 200 compañías al año. Cómo lo llevamos al otro nivel. Y por supuesto, inversión. Nosotros estamos recién empezando. El programa lleva tres años y creemos que podemos multiplicar muchísimo la inversión de capital privado que tenemos hoy. Principalmente apalancándonos en fondos norteamericanos, que cada vez están mirando con mejores ojos oportunidades latinoamericanas, o la mezcla de ambas y fondos latinoamericanos, que cada vez están invirtiendo más porque tienen más fondos. Y principalmente México, estamos haciendo muchas cosas con ellos. Yo creo que ahí están los tres desafíos principales, ahí es donde queremos meternos más.
Prodem: Alguna de las compañías de tu pipeline salieron de otras aceleradoras de Latinoamérica, con una visión más local. ¿Cuál crees es la mayor limitación de las aceleradoras de nuestra región?
SV: Es variado. Hay algunas que no le generan mucha estructura al emprendedor y creo que cuando el emprendedor entra a estos programas sin estructura, es un gasto de dinero nomás. Hay otros que tienen programas más estructurados pero mucha menos gente y no tienen un componente global. Yo creo que ahí es donde nosotros podemos generar un rol más grande. Te diría que, en términos generales, principalmente cuando uno va a mercados más grandes como el norteamericano o mexicano, primero hay un desconocimiento muy grande del emprendedor respecto del entorno, segundo hay una falta de contacto y esa falta de contacto se traduce en falta de inversión. Hoy día el 90% del emprendedor inmigrante, o sea, el latino que entra a Estados Unidos, no es capaz de levantar capital privado local porque, principalmente, carece de conexión. Pero nosotros sabemos que hay un montón de chilenos, colombianos, paraguayos, dominicanos y portorriqueños en Estados Unidos, cuyo rol no es necesariamente tan importante. Ellos deberían ser un poco el punto de contacto nuestro y un poco de lo que nosotros estamos tratando de hacer en Puerto Rico. Lo que creo que falta es el conocimiento de ese nuevo mercado y creerse un poquito el cuento. Hay una mentalidad de que Estados Unidos lo tiene todo hecho y que hay mucha competencia. Estuvimos la semana pasada, hace dos semanas en Miami, y fuimos con 10 compañeros nuestros. Quedaron todos fascinados porque la gran mayoría de los clientes que estaban ahí decían: “mira, esto nunca lo había visto, me interesa, hablemos, te doy mi tarjeta”. Comenzaron a hacer negocios, pero antes de eso era como que: “no, yo no voy a ir a Estados Unidos porque eso es muy grande para mí”. Por lo tanto creo que hay un tema de mentalidad también que tenemos que trabajar un poquito en la región.