Hace algunas semanas, el director del Prodem, Hugo Kantis, publicó una columna en el diario argentino Clarín. En una metáfora futbolística, advierte que sólo plantear cambios en alguna norma puntual, sin una mirada más amplia del ecosistema, equivale a cuestionar al árbitro o al mal estado del césped como únicos responsables de la derrota de nuestro equipo.
El texto de Hugo Kantis es el siguiente:
Cuando River quedó fuera de la Copa de la Liga, los hinchas reclamamos contra el VAR, “la norma” que anuló el gol que le habría dado la ventaja ante Boca. Luego de la bronca inicial, no tardé en reconocer que lo que falló fue el “sistema de juego”, que no respetó el ADN millonario.
El caso sirve como metáfora para analizar las propuestas que plantean, mágicamente, que lo que más hace falta hoy para promover la creación de empresas y el empleo es quitar alguna norma que “embarra la cancha”. Es como ver la jugada del gol anulado y nada más. Sin embargo, la experiencia de los países más avanzados nos enseña que lo que hace falta es un “sistema” que contemple distintos aspectos socio-económicos, normativos e institucionales que inciden en la creación y desarrollo de las empresas.
El perfil importa
Además, hoy se aboga en favor de los emprendimientos que generan triple impacto, esto es, sobre la rentabilidad empresarial, la sociedad y el medioambiente. A la vez, estudios internacionales y en el país indican que suele haber un núcleo dinámico de nuevas empresas que son las que más puestos de trabajo e innovaciones generan y amplían el segmento PyME.
Por esa vía aportan al crecimiento de los países. Es decir, el perfil de los emprendimientos importa, porque incide en la cantidad y calidad del empleo. Por eso, además de las políticas y regulaciones transversales, dirigidas al conjunto de los emprendimientos, están las que se enfocan en aquellos que tienen mayor potencial de impacto.
Entre las de carácter transversal, la OCDE incluye, por ejemplo, simplificar el registro formal de las nuevas empresas y aliviar las cargas impositivas de los que recién comienzan, durante cierto período, dado su escaso tamaño y experiencia empresarial.
Esto equivale a invertir, como sociedad, en la creación de empresas para recoger los frutos en el futuro: más empleos formales y más impuestos. Pero es muy distinto que eliminarle, en forma permanente, las obligaciones previsionales y sociales a las empresas de hasta cinco empleados, como se busca hoy, algo cuyo costo recaerá sobre sus colaboradores perjudicando su acceso a la salud, las vacaciones, el aguinaldo y la jubilación; elevará la rotación laboral y desalentará la contratación de más de cinco personas, es decir, el crecimiento empresarial.
Equilibrio adecuado
Según la OCDE en su último documento sobre políticas de emprendimiento: “…los gobiernos deben encontrar un equilibrio adecuado con regulaciones que no desincentiven el espíritu empresarial, empujándolo a la informalidad, pero sin permitir la operación de empresas explotadoras, fraudulentas o que generen impactos negativos sobre el ambiente”.
El segundo tipo de políticas, dirigidas a las nuevas empresas dinámicas, se basa en una cadena de valor público-privada que busca potenciar la contribución de las instituciones educativas y de ciencia y tecnología a la formación de talento y el conocimiento innovador para atender los desafíos de la sociedad (familias, empresas, medioambiente).
Por eso, los países desarrollados y los que buscan integrarse a dicho club no dudan en invertir esfuerzos en educación, ciencia y tecnología. Su importancia es reconocida por la OCDE, el BID y el Banco Mundial y no debería ser ignorado por los gobiernos a la hora de asignar el presupuesto público.
La cadena de valor también incluye medidas para facilitar el acceso a la información, al apoyo de mentores y coaches y el desarrollo de la oferta de financiamiento para las distintas etapas del desarrollo empresarial (por ejemplo, aportes de capital semilla para arrancar la empresa y fomento de la inversión privada y las garantías bancarias en las etapas posteriores). También se busca impulsar la inversión de grandes empresas en emprendimientos innovadores capaces de proveer soluciones para sus desafíos.
Articular con las PyMEs
Esto es muy distinto a promover solo las (muy) grandes inversiones, sin considerar su articulación con emprendimientos y PyMEs a las que no se les ofrece condiciones equitativas para invertir, y sin resguardo ante posibles impactos ambientales negativos.
Por último, están las políticas que perjudican, sin querer, a los emprendedores. Por ejemplo, las que buscan domesticar los precios internos provocando recesiones profundas que afectan el rubro más importante para todo emprendedor, sus ventas. Este tipo de políticas eleva la mortalidad empresarial y destruye empleos en niveles muy difícilmente reversibles con cualquier desregulación.
En resumen, los países que no tienen en cuenta el carácter sistémico de la creación de empresas suelen sufrir de “anemia emprendedora”, una enfermedad silenciosa que afecta gravemente al desarrollo económico, el empleo y la innovación.
Volviendo a la metáfora inicial, hacen falta más emprendedores que hagan goles y para eso no alcanza con que el césped esté en buen estado. También es necesario un sistema de juego asociado, un equipo que cubra bien la cancha y una hinchada que no deje de alentar.
El texto original puede verse en este enlace.