El equipo Prodem está realizando un estudio sobre ecosistemas en la Argentina, Brasil y Chile. Acá presentamos algunas primeras conclusiones sobre el desempeño femenino referidas al dinamismo, la conflictividad, las dificultades que enfrentan y el uso del networking entre las creadoras de empresas.
En el marco de un estudio que estamos realizando sobre ecosistemas en Argentina, Brasil y Chile, en el Prodem hemos podido identificar una importante presencia de mujeres emprendedoras. Cerca de la mitad de los equipos cuenta con al menos una integrante femenina en sus filas. Y en la mayor parte de estos casos, a nivel numérico, las mujeres juegan de igual a igual, pues lo más común es que al menos la mitad de los socios sean mujeres.
Un dato muy interesante es que, a pesar de los prejuicios, las mujeres no son fuente de conflicto en los equipos emprendedores. Al menos eso es lo que se desprende de las cifras, según las cuales los conflictos entre los socios no constituyen un problema más importante para los equipos mixtos que para aquellos que están conformados sólo por hombres. Incluso, en los equipos que sólo están integrados por mujeres, los conflictos parecen ser menos frecuentes (21% vs 30%).
Hasta acá todo suena muy bien. Sin embargo, la cantidad de emprendedoras orientadas al crecimiento es muy inferior que en sus colegas varones: prácticamente la mitad.1 Detenerse en este punto es fundamental para evaluar las razones e identificar posibles acciones destinadas a revertir esta situación.
Una pista posible surge a partir de la misma investigación, según la cual las emprendedoras enfrentan más dificultades para desarrollar redes de contactos valiosos para sus negocios. Esta comprobación coincide con las impresiones obtenidas en diálogos que hemos mantenido con emprendedoras chilenas del Programa Mujeres Empresarias, quienes en sus primeros contactos con potenciales clientes percibieron cierta desconfianza en las propuestas comerciales que ofrecían por el mero hecho de provenir de mujeres. En otros casos, indicaron que aun en la dinámica de las relaciones con sus socios, sentían que el hecho de ser mujeres incidía no siempre de manera positiva. Por ejemplo a la hora de decidir o de distribuirse los roles.
También pudo conocerse una hipótesis interesante según la cual las mujeres avanzan más lentamente en el camino de la construcción de contactos debido a que su compromiso con la palabra es más sólido que el de los hombres y, por lo tanto, antes de avanzar desean estar bien seguras de su proyecto. Sin embargo, el proceso de emprender es menos lineal y el emprendimiento se va construyendo de la mano del networking, y de esa forma va reafirmándose a medida que va pivoteando. Esta distinta forma de encarar el emprendimiento podría afectar su timing y su propia proyección.
En resumen, las emprendedoras son cada vez más y esto es una muy buena noticia para el ecosistema. Sin embargo, aún hay un camino por recorrer para que puedan desplegar todo su potencial. Dos ejes ineludibles de trabajo tienen que ver con el fortalecimiento de su autoconfianza y de las capacidades que la sostienen, especialmente en el plano del desarrollo de redes de contacto para potenciar sus negocios. También son necesarias acciones destinadas a modificar el entorno en el que operan.
Es un tema interesante que merece ser estudiando en profundidad. Para ello, acaba de salir un índice que evalúa los factores que afectan a las mujeres empresarias en América Latina y el Caribe. La construcción de esta herramienta está liderada por el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) con la colaboración de la Economist Intelligence Unit (EUI). El instrumento abarca 20 países de la región y es un primer avance en la comprensión del entorno empresarial y los factores que conducen al éxito de las mujeres empresarias (FOMIN Blog, 2013).