Las empresas que amplían con fuerza sus operaciones año tras año son casos infrecuentes. Lo que más abunda son las firmas que alternan años buenos, otros malos y otros de crecimiento leve. En el presente artículo se resumen observaciones de un libro producido por el equipo Prodem.
La pregunta del título anticipa uno de los temas que más interés ha despertado en los últimos años entre académicos y políticos: cómo lograr un rápido crecimiento, que además sea estable. ¿Qué sabemos acerca de la dinámica de este fenómeno? ¿Qué implicaciones directas de política pueden derivarse, en particular, para el caso de las empresas de rápido crecimiento?
Los patrones
La evidencia internacional muestra la existencia de diferentes patrones de crecimiento, donde el crecimiento sostenido año a año, y en especial el crecimiento acelerado, son los casos menos frecuentes. Lo que abundaría serían patrones que combinan períodos de crecimiento moderado, seguidos de períodos de alto crecimiento y períodos de bajo crecimiento (o amesetamiento), más las diferentes combinaciones posibles de estos tres patrones.
Desde lo conceptual, esta evidencia lleva a cuestionar el carácter estructural de los factores que contribuyen al crecimiento, en particular cuando es rápido. La mirada se orienta más a resignificar la influencia de otros factores determinantes -por ejemplo, el equipo emprendedor y sus características, las estrategias, los recursos, etcétera- tienen en distintas etapas de la vida de la empresa. Algunos autores incluso han llegado a postular la idea de que el crecimiento empresarial sería un fenómeno en gran parte aleatorio.
Para aquellos vinculados al diseño e implementación de políticas, esta cuestión tiene implicaciones directas. Estabilidad, en este contexto, quiere decir, por caso, que las empresas de rápido crecimiento de ayer sigan siendo las empresas de rápido crecimiento de mañana y, por otro lado, que el resto de las firmas que no lo son, tampoco lo sean en el futuro. Entonces, si el alto crecimiento fuera un fenómeno estable, significaría que sería posible identificar un segmento cuyo comportamiento se diferencia del resto de las empresas y que, al menos potencialmente, podría considerarse sujeto de políticas destinadas a potenciar su crecimiento. Por ejemplo: con la intención de generar una nueva camada de firmas medianas e inclusive grandes. Esto, siempre y cuando, sea factible contar con los elementos para seleccionar ex ante precisamente a este segmento de empresas.
Las evidencias y las políticas
Algunas evidencias para profundizar en este debate se aportan en el libro Dinámica empresarial y emprendimientos dinámicas: ¿Contribuyen al empleo y la productividad? El caso argentino desarrollado por el Equipo Prodem en base a estadísticas elaboradas conjuntamente con el Equipo del Observatorio de Empresas y Dinámica del Empleo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
Según estos datos, apenas algo más del 10% de las empresas de rápido crecimiento identificadas como tales en el período 2008-2011, lo eran también en el período 2004-2007 (1). A su vez, una de cada cuatro venía de un período anterior de contracción o bajo crecimiento.
Finalmente, poco más de la mitad de las empresas de rápido crecimiento de 2008-2011 eran empresas con menos de 10 ocupados en el período anterior (requisito necesario para ser considerada como tal según la definición de OCDE). De ellas, un 70% de las cuales eran firmas de hasta cinco años. Es decir, la composición interna de las empresas de rápido crecimiento se ve renovada por la llegada de nuevas firmas que, en el período previo, no formaban parte del grupo porque su tamaño era inferior al establecido por la OCDE, para considerarlas como firmas de alto crecimiento.
Un segundo ejercicio consistió en analizar qué fue de las empresas de rápido crecimiento del período 2004-2007 unos tres años más adelante, entre 2008 y 2011. Lo que los resultados muestran es que apenas un 6% de las empresas de rápido crecimiento de 2004-2007 lo seguían siendo en el trienio siguiente, reforzando las evidencias internacionales acerca de las dificultades que enfrentan las empresas para sostener períodos largos de rápido crecimiento. Las demás se dividen en dos grandes grupos: las que siguieron creciendo pero a tasas menores (es el caso de poco más del 40% de las empresas de alto crecimiento) y aquellas otras que directamente redujeron su dotación de personal (46%).
Tampoco se observan transiciones importantes entre aquellas empresas que tuvieron ritmos de crecimiento moderados (entre el 10% y el 20% anual) y las de rápido crecimiento, alimentando la idea de que sólo una limitada proporción de las empresas sigue un sendero lineal de crecimiento.
En definitiva, las evidencias aportadas en el caso argentino y con foco en las empresas de rápido crecimiento, muestran que al menos en este contexto, el fenómeno del alto crecimiento se manifiesta como una conducta altamente inestable, en línea con los resultados observados en otras latitudes.
En este marco general, entonces, resultaría algo difícil poder predecir a partir de la conducta pasada, el desempeño futuro. Por lo tanto, se debería tener cierta cautela al momento de establecer definiciones demasiado estrictas de la población objetivo de las políticas, en especial aquellas orientadas hacia empresas de rápido crecimiento. En especial, porque gran parte de estas empresas todavía están por venir…
(1) Para definir una empresa de rápido crecimiento se adoptó la definición armonizada de OCDE-Eurostat que las define como aquellas empresas que durante un período de 3 años consecutivos tuvieron un crecimiento anual promedio superior al 20%, con un mínimo de 10 ocupados al inicio del periodo de referencia.