Programa de Desarrollo Emprendedor

Newsletter 76 - 2020

Las tecnológicas no estuvieron ahí para ayudarnos

agosto 27, 2020

La revista de tecnología del MIT publicó en su edición de julio-agosto numerosos artículos críticos respecto de un desarrollo tecnológico sesgado sólo hacia el beneficio, y que “no pudo salvarnos del Covid-19”. También suma críticas a otros aspectos de la innovación, que le da la espalda a problemas sociales, la discriminación y la desigualdad. Se detalla acá la presentación de su editor en jefe, Gideon Lichfield, con un texto inusualmente franco y duro.

Gideon Lichfield, el editor en jefe de la revista de tecnología del MIT, explica en primer lugar la gran X que ocupa la tapa de la edición de julio y agosto de este año, semejante a una enorme tachadura hecha con pintura para paredes: “Provocadora, claro, pero transmite el duro mensaje de este número de la revista: la industria tecnológica nos ha defraudado. Pues el Silicon Valley no equipó a EE. UU. con la infraestructura y la tecnología que necesitaba para combatir la pandemia del Covid-19.”

Pero no sólo esto reprocha Lichfield: la IT “tampoco ha proporcionado muchas soluciones al cambio climático. Sus plataformas de economía colaborativa contribuyen a debilitar las protecciones laborales, y sus sitios de redes sociales difunden información errónea que debilita la democracia”.

Y la cosa se agrava, cuando dice: “Incluso la ‘tecnología para el bien’ ha sido a menudo una decepción: mientras que la brutalidad policial contra los negros se ha documentado innumerables veces en teléfonos móviles y cámaras policiales en los últimos años, el número de muertos se ha mantenido perfectamente estable. Las extraordinarias protestas de las últimas dos semanas, aunque desencadenadas por la violencia policial, fueron impulsadas más que nada por el impacto desproporcionado de la pandemia y la crisis económica en las personas negras y morenas, de nuevo, debido en parte a los beneficios desiguales de boom tecnológico”.

Enseguida afirma, en tono muy crítico nuevamente: “El problema, argumentamos, es con una sociedad que da a los mercados, y por lo tanto a los ricos y poderosos, demasiado poder sobre qué tecnologías se construyen y cómo se usan”.

A continuación el editor jefe detalla los principales artículos:

“El capital de riesgo, escribe Elizabeth MacBride, canaliza el dinero de las personas que lo tienen (clientes) a las personas que lo tienen aun en mayor proporción (inversores), a la vez que dejan sin voz a quienes no tienen nada, en una de las principales fuerzas impulsoras de la innovación estadounidense.”

Por cierto, la postura editorial es a favor del capitalismo: “Esto no es un llamado al socialismo: los mercados libres son esenciales para la innovación”. Sin embargo, el editor resalta el papel del Estado en los avances: “Pero la destreza tecnológica que dio origen a Silicon Valley se debe mucho a la financiación y la dirección del gobierno, dos factores que han disminuido a lo largo de las décadas, como explican David Rotman e Ilan Gur”.

Y da pie enseguida al siguiente artículo, también sobre iniciativas del Gobierno: “Una política y una regulación más sólidas también podrían ayudar con la recuperación post-covid, escribe Nathan Schneider, al crear incentivos y apoyo para que los empresarios locales creen soluciones tecnológicas para sus propias comunidades”.

Desde Estados Unidos luego busca alternativas en su frontera norte, tal como lo plantea en otro artículo de la edición: “En busca de signos de esperanza, informa Brian Barth, uno podría mirar en el extranjero a Canadá, donde el centro tecnológico de Toronto está tratando de ser una especie de Silicon Valley más suave y amable”.

Y lleva luego a otra de las historias, que exhibe a 35 emprendedores: “Como lo hacemos todos los años, hemos reunido un grupo global y, lo que es más importante, diverso, de innovadores jóvenes líderes y entrevistamos a algunos de los ganadores de los últimos años sobre lo que han aprendido a lo largo de sus viajes. Esperamos que sus ejemplos puedan servir para inspirar a los financiadores, los legisladores y otros tecnólogos como un recordatorio de lo que la buena tecnología puede hacer cuando está dirigida a ayudar a todos, no sólo a los adinerados y poderosos”.

Puede accederse a la presentación general de esta edición en el siguiente botón (para leer los artículos es necesario suscribirse)

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