Todos los ecosistemas de América Latina muestran carencias en diferentes dimensiones, aun cuando sus grados de madurez son también diferentes. Hugo Kantis, director del Prodem, se centra en esta nota en las problemáticas de la falta de masa crítica y de escala y en las oportunidades que brinda el camino de la integración regional.
Las noticias que nos llegan de los emprendedores y de los ecosistemas incluyen, cada vez más, historias y anécdotas donde lo global permea sus realidades. Tanto la lectura de los medios como los casos que uno va conociendo en las visitas a distintos países permiten confirmar que esto es así. ¿Quién no conoce el caso de un emprendedor que consigue exportar o abrir una oficina en otro país, saltando las limitaciones de un mercado local pequeño o poco sofisticado? ¿O aquel emprendimiento que es aceptado por una aceleradora internacional o el del que logra atraer el interés de inversores del exterior? Y la lista podría continuar.
Pero por otro lado, en las recorridas por la región también es posible encontrar ecosistemas con distintos niveles de madurez: nacientes, infantes y adolescentes. Si por ecosistema maduro entendemos a aquel que cuenta con las distintas dimensiones e ingredientes que lo caracterizan a nivel conceptual, claramente podemos concluir que no tenemos aún en la región ecosistemas maduros. Todos tienen algún déficit o dolor pendiente. Buena parte de las asignaturas faltantes tienen que ver con debilidades o carencias en materia de capacidades y/o recursos al nivel de los distintos actores del ecosistema (por ejemplo: emprendedores, universidades, incubadoras y aceleradoras, inversores, gerentes de fondos, gobiernos, medios de comunicación). Pero también falla su articulación, que habitualmente se ve trabada por cuestiones culturales, falta de confianza y de predisposición a pensar en grande junto a los otros.
En todo este juego hay una dimensión adicional de gran relevancia que uno observa en buena parte de los países y es el problema de la “escala” y de la “masa crítica”. Lo podemos ver en varios planos. Por ejemplo, un mercado pequeño limita la cantidad de emprendedores que nacen al calor de las oportunidades que el mismo les ofrece; un reducido número de inversores limita el desarrollo de propuestas de valor potentes e innovadoras. Y, si además el número de emprendimientos apetitosos es reducido, restringe el desarrollo de la oferta de inversión en capital emprendedor. Una suerte de círculo vicioso, con frecuencia similar al problema del huevo y la gallina.
Una opción valiosa a pensar para salir de este laberinto es el camino de la integración regional, algo en lo que algunos países como los de la Alianza del Pacífico están trabajando y que valdría la pena replicar en otros ecosistemas como los del MERCOSUR o la región SICA, en Centroamérica. No como espacios cerrados, claro, sino como plataformas abiertas que permitan potenciar las chances de articulación de los distintos ecosistemas entre sí y con los del exterior. En otras palabras, si los espacios que trascienden lo local o lo nacional son cada vez más una realidad para los emprendedores, ¿por qué no plantearse una estrategia de desarrollo del ecosistema que tenga en cuenta esta perspectiva? Esto podría ser beneficioso para los emprendedores, pero también para el ecosistema, que debería ser visto como un emprendimiento en sí mismo (sin olvidarse, claro, que su razón última es que el emprendimiento y la innovación florezcan, para no transformarse en un nuevo club y nada más).
Repasemos para ello algunos conceptos básicos que tomaremos prestados de la teoría de la integración regional para aplicarlo al campo de los ecosistemas. Algunos de ellos fueron presentados en el marco de un taller, en el BID en Washington, en junio pasado. Veamos algunas de las ventajas que podría ofrecer a nivel potencial:
1) Ganancias de escala asociadas a la ampliación de los mercados. Podrían contribuir, por ejemplo, a:
a) superar limitaciones que enfrenta el desarrollo del venture capital. La ampliación del mercado podría, desde este punto de vista, ayudar a elevar el tamaño de la demanda de inversión de los proyectos que tienen atractivo para los inversores (deal flow). Pero también, desde la perspectiva de los emprendedores de un país, representaría un aumento de la oferta de financiamiento al poder acceder a inversores de otros países;
b) generar una plataforma de mayor alcance para la innovación dado que, con frecuencia, uno de los desincentivos para innovar tiene que ver las limitaciones del mercado nacional, que afecta la velocidad a la cual se prevé amortizar las inversiones. Muchas empresas innovadoras deben pensar en la internacionalización, un camino que puede ser más fácil de recorrer cuando existe un mercado regional integrado como punto de partida.
2) Movilidad de recursos. Por ejemplo, recursos humanos especializados que resulten deficitarios en un mercado podrían abastecerse desde otro, capitalizando las distintas fases de desarrollo en que se encuentran.
3) Ganancias de visibilidad y atractivo internacional. Los ecosistemas podrían verse favorecidos por la llegada de nuevos actores internacionales (por ejemplo, aceleradoras e inversores, centros de innovación de grandes empresas). También las capacidades de negociación conjunta podrían ser mayores que a nivel individual.
4) Aceleración de la curva de aprendizaje de las organizaciones del ecosistema a través del intercambio de experiencias entre los ecosistemas. Las lecciones aprendidas por un país podrían servir a otros y ello podría varias según el campo de iniciativas de fomento del emprendimiento.
Un primer paso para avanzar en la integración de los ecosistemas es conocer dónde está cada quién en el arranque. Para ello se requiere mapear las condiciones sistémicas y la institucionalidad de fomento que lleva adelante distintas iniciativas en los países con los cuales se desea promover la integración. El Índice de Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico de Prodem (ICSEd Prodem) permite detectar dolores y fortalezas en el punto de partida. En este camino de integración, los países de la Alianza del Pacífico, con el Grupo Técnico de Innovación coordinado por Mario Ocharán y apoyados por el BID bajo el liderazgo de Adrián Magendzo, han utilizado el ICSEd-Prodem como herramienta clave del mapeo, contando para ello con la colaboración de nuestro equipo. Los resultados del mapeo les permitieron trabajar, en un segundo paso, en la construcción de una propuesta de valor para diseñar una agenda de integración de ecosistemas. Para ello es útil apoyarse en una herramienta basada en el CANVAS, como la que se propone a continuación.
Cabe agregar que, en un contexto de internacionalización de ecosistemas, el ejercicio de mapeo y de modelización de la propuesta de integración también podría incluir a países de fuera de la región para potenciarse no sólo con países de una región, sino también con ecosistemas de otras latitudes. Habitualmente se les pide a los emprendedores pensar en grande y tener visión global. Lo mismo deberían hacer los ecosistemas, y si bien le toca a los gobiernos un papel clave en este proceso algunas iniciativas podrían florecer aún desde antes que ellos se involucren. Y la integración regional puede ayudar en esta construcción.