En el Seminario-Taller Hugo Kantis reflexionó acerca de las definiciones de emprendimiento dinámico y su grado de adaptación a la realidad del crecimiento empresarial. A continuación algunas de las ideas planteadas.
La promoción del emprendimiento dinámico suele recibir distintos tipos de influencias, por ejemplo a la hora de establecer criterios operativos para seleccionar proyectos. Una de estas fuentes es la literatura sobre empresas gacelas o de rápido crecimiento. Las definiciones de empresa gacela, por ejemplo, suelen colocar el énfasis en la verificación de una tasa de crecimiento empresarial media de al menos x% (entre 20 y 30% anual) sostenida durante un lapso de tiempo determinado (por lo general, tres años seguidos).
Otra perspectiva también relevante es la que aplican los inversores, cuyas expectativas de multiplicar la inversión realizada a la hora de salir (en períodos que oscilan entre los tres y seis años dependiendo del país), son muy optimistas. De esta forma, un emprendimiento será apetecible para los inversores cuando prometa en forma sostenida alcanzar tasas de crecimiento muy elevadas. Además, se suman otras definiciones muy exigentes como criterio de selección; por caso, las que establecen determinados volúmenes de venta a alcanzar durante el primer año de vida (casi siempre, niveles muy altos).
Contra el simplismo
Es indudable que promover emprendimientos dinámicos hace necesario comprender el fenómeno del crecimiento empresarial. Su complejidad invita a dejar de lado la tentación de adoptar caminos simplistas. Para avanzar en esa dirección, en el marco del 1er Seminario-Taller para Profesionales del Ecosistema Emprendedor en América Latina tuvimos la oportunidad de trabajar en un taller específico referido a esta cuestión. Utilizamos como fuente de inspiración los testimonios de tres emprendedores dinámicos innovadores, quienes revelaron los hitos fundamentales de los procesos de creación y desarrollo de sus empresas, con sus avances y retrocesos hasta lograr el crecimiento que hoy pueden exhibir (por ejemplo: exportaciones a 40 países, joint ventures en el exterior, premios a la innovación y a la exportación).
Algunas conclusiones que surgen a partir de estas experiencias son, por ejemplo, que las definiciones académicas aplicadas para estudiar a las gacelas se adaptan más a las necesidades metodológicas de los investigadores que a la realidad – mucho menos lineal, mucho más compleja – del crecimiento empresarial. Además, ninguno de ellos contó con el apoyo de inversores ni tampoco de las instituciones de apoyo, a pesar de que en los talleres de trabajo grupal existió consenso absoluto acerca de que se trataba de proyectos empresariales merecedores de todo el apoyo en materia de asistencia y financiamiento. Pero este divorcio entre lo deseable y la realidad no debería sorprendernos si tenemos en cuenta que ninguna de estas firmas satisfacía los criterios de facturación prescriptos por los manuales para el primer año de vida de un emprendimiento dinámico (de hecho, varios de ellos estaban todavía en la pelea para lograr el producto innovador), ni su crecimiento a partir de entonces fue tan lineal como la literatura de gacelas indica. Ex post, sin embargo, el crecimiento alcanzado varios años después no deja lugar para la duda de que se trataba de emprendimientos dinámicos. ¿No será entonces que precisamos tener modelos interpretativos del crecimiento empresarial más ajustados a la complejidad y también mecanismos de selección superadores que admitan la inevitabilidad de la incertidumbre?