Un flamante trabajo del Equipo Prodem que será publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo analiza la demografía empresarial y el desempeño de las PyMEs y de las nuevas empresas, colocando especial atención sobre el fenómeno del crecimiento y de las “gacelas”, sobre la base del caso argentino. El trabajo, encabezado por Hugo Kantis y Juan Federico, también plantea las implicancias que surgen para la aplicación de políticas específicas.
Introducción(1)
El debate acerca de la contribución de las pequeñas y medianas empresas a la economía volvió a ocupar un lugar destacado en las investigaciones de los últimos años. En común, estos trabajos señalan que el grueso de la creación neta de empleo está en manos de empresas pequeñas y, en especial, jóvenes.
Quizás una de las principales limitantes al desarrollo de este tipo de investigaciones ha sido la escasez de bases de datos longitudinales que puedan dar cuenta de la evolución de este sector de la economía y sus características.
Este estudio busca avanzar en el uso de fuentes estadísticas existentes y en el desarrollo de nuevos indicadores y modelizaciones, generando una base de información más adecuada sobre la demografía empresarial, el desempeño del tejido PyME, en particular, del surgimiento y desarrollo de las nuevas empresas.
Principales resultados
- a) Dinámica de aperturas y cierres de empresas
A pesar de la fuerte recuperación de su plataforma de firmas durante la última década, producto de una notable mejora en sus indicadores de demografía empresarial (nacimientos, supervivencia y mortalidad), la densidad empresarial PyME y la fertilidad empresarial todavía se encuentran por debajo de los niveles correspondientes a otros países de la región como Brasil y a los países más desarrollados, indicando que todavía hay un camino importante por recorrer en la promoción de la empresarialidad. A su vez, la densidad y fertilidad empresarial se encuentran fuertemente concentradas a nivel geográfico, evidenciando la existencia de fuertes brechas y obstáculos entre distintos espacios territoriales.
Desde 2007, la dinámica empresarial tendió a perder vigor. La creación de empresas se fue desacelerando y disminuyendo y la mortalidad de empresas, por su parte, se fue incrementando. Ello sucedió en un contexto de declinación de los márgenes de rentabilidad, del aumento de los costos en dólares y de mayor inestabilidad en el crecimiento de la demanda. Desde la perspectiva del capital humano emprendedor, este escenario implicó un deterioro de las expectativas para crear una empresa a la vez que se elevaba el costo de oportunidad de ser emprendedor (vis a vis el de ser empleado). De esta manera, fue disminuyendo el flujo de potenciales emprendedores año a año. Del mismo modo, cabe pensar que el efecto positivo asociado al reciclado de capacidades empresariales acumuladas en la crisis (reemprendimiento) se fue agotando con el tiempo, tal como sucedió con el nivel de capacidad ociosa en el caso de los activos fijos.
Aún así, las nuevas empresas constituyeron una importante fuente de empleo a lo largo de todo el período, más que compensando la destrucción de empleo provocada por el cierre de firmas (tanto las nuevas como las jóvenes y las maduras).
- b) Las empresas de rápido crecimiento y las gacelas
Un espacio destacado dentro de este estudio se dedicó a la identificación y caracterización del segmento de las empresas de rápido crecimiento, y dentro de ellas al segmento de las más jóvenes, denominadas por la literatura como empresas gacelas. Para ello se adoptó la definición de OCDE-Eurostat que define a estas empresas de rápido crecimiento como aquellas con un ritmo de crecimiento superior al 20% durante 3 años consecutivos y más de 10 ocupados al inicio del período de análisis.
Las empresas de rápido crecimiento suelen ser empresas pequeñas y jóvenes. Dos de cada tres de estas empresas tenían hasta 10 años y casi la mitad hasta 5 años, hecho que ratifica su perfil netamente emprendedor. En particular, una de cada cuatro empresas de rápido crecimiento tiene entre 4 y 5 años de vida y, por lo tanto, entra en la categoría de firma gacela según la definición de OECD.
Las empresas gacelas, así definidas, representan un porcentaje muy pequeño dentro del total de firmas de su misma edad, por lo general en el entorno del 1%, pero impactan en el empleo de su misma generación de manera desproporcionada: concentran el 10% de los puestos de trabajo existentes en las firmas de su misma edad y representan, en promedio, el 53% del empleo neto creado por las mismas en el período 2003-2011.
Las gacelas se encuentran principalmente en el sector de servicios, aunque es posible encontrarlas en muy diversos sectores. No obstante ello, en el sector manufacturero el peso de las gacelas he tendido a crecer. En promedio, las gacelas suelen ser firmas medianas.
Sin embargo, al nacer la inmensa mayoría eran microempresas, segmento que abandonaron muy rápidamente como fruto de su muy elevada tasa de crecimiento.
Las gacelas se encuentran fuertemente concentradas en los ámbitos metropolitanos de mayor desarrollo relativo. Estos resultados implican un reconocimiento de la inercia estructural que tienen los fenómenos de rápido crecimiento como reflejo no sólo de la presencia de economías de aglomeración (mercados de factores, acceso al financiamiento, entorno institucional, etc.) sino también, muy posiblemente, del efecto de la existencia de cierta “masa crítica” tanto a nivel de la cantidad de empresas como demandantes, como “escuelas de emprendedores” y como “organizaciones incubadoras” de nuevas empresas.
Finalmente, los resultados de este estudio confirman los obtenidos en otras investigaciones que muestran que el crecimiento empresarial es un fenómeno inestable. Es decir, que las empresas de rápido crecimiento de hoy no necesariamente son las del mañana y viceversa. En este sentido, se trata de un fenómeno complejo de prever desde el punto de vista de las políticas. Asimismo, este estudio adoptó otras definiciones alternativas del fenómeno de las empresas jóvenes de rápido crecimiento (así como la de gacelas) destacando no sólo que éstas definiciones logran dar cuenta de una proporción más amplia y estable del fenómeno sino también de su impacto. En este sentido, los resultados de este estudio permiten recomendar la necesidad de evitar definiciones operativas muy restrictivas del ritmo de crecimiento exigido a los potenciales beneficiarios de las políticas y programas.
c) La evolución de la productividad
Un último aspecto analizado en este estudio se relaciona con la evolución de la productividad en el período 1998-2011. Las brechas de productividad entre las empresas más pequeñas y las más grandes tendieron a reducirse. Incluso más, las empresas medianas (entre 50 y 200 ocupados) exhibieron niveles de productividad por encima de los observados en las empresas grandes a lo largo del período de estudio, señalando la importancia de este segmento de empresas para la economía. Del mismo modo, disminuyó la brecha entre las empresas maduras y las más jóvenes.
En general, una vez superados los primeros años de vida, las empresas jóvenes sobrevivientes tienden a tener niveles de productividad similares a los de las empresas más maduras o incluso superiores, dependiendo del período que se considere. Asimismo, se pudo comprobar que el crecimiento empresarial – independientemente de su ritmo – contribuye al incremento de la productividad a nivel de la firma. Es muy posible que ello haya sucedido como consecuencia no sólo de la mejora de las condiciones del entorno y sus efectos sobre el crecimiento empresarial. Sin embargo, estas ganancias de productividad observadas no lograron consolidarse en los últimos tres años, verificándose una reversión en las mejoras anteriores. De esta manera se justifica la importancia de continuar con políticas que alienten mejoras sostenibles en la productividad de las empresas más jóvenes y pequeñas, que hagan que la reducción de las brechas no dependa casi exclusivamente de la evolución de las condiciones de la demanda agregada, sino de esfuerzos de innovación y cambios organizacionales a nivel de las empresas.
Desde el punto de vista del target de política, los resultados de los estudios de productividad revelan la importancia de alentar el desarrollo de un tejido más denso de empresas medianas como medio para incrementar la productividad agregada. Esto implicaría no sólo promover el surgimiento de nuevas empresas con potencial de crecimiento sino también potenciar los procesos de expansión de las nuevas PyMEs con proyección de seguir creciendo y convertirse, en el futuro, en empresas medianas.
d) Implicancias de políticas
Una política de desarrollo emprendedor debe tener una visión clara del tipo de emprendimientos que se busca generar y apoyar. En tal sentido, el estudio confirma la importancia de definir como objetivo la creación y desarrollo de nuevas empresas con capacidad de convertirse en PyMEs competitivas con potencial de crecimiento y contribución a la diversificación y rejuvenecimiento de la estructura productiva y la generación de puestos de trabajo. La menor densidad empresarial relativa, la menor amplitud de la base de PyMEs y la menor fertilidad emprendedora en comparación con otros países así lo indican.
Por otra parte, este estudio confirma la importancia de ensanchar el tejido de las PyMEs, en particular de las firmas medianas que se destacan por sus niveles de productividad. Por lo tanto, promover la creación y desarrollo de un segmento de nuevas firmas que logren crecer en forma significativa y convertirse en empresas medianas promete contribuir en esta dirección. El grueso de las empresas de rápido crecimiento son, de hecho, firmas jóvenes. Y desde la perspectiva de la productividad, una vez superados los primeros años de vida, las nuevas firmas registran un comportamiento muy positivo en comparación con el resto de las firmas. Asimismo, las empresas que crecen son las que se destacan en este campo.
Sin embargo, el estudio también permite argumentar acerca de la importancia de evitar, a la hora de diseñar políticas de promoción del emprendimiento, definiciones operativas rígidas sobre el perfil de los proyectos a apoyar y priorizar – en su lugar – el objetivo último y el concepto que se persigue con estas políticas.
El estudio identifica la necesidad de políticas que, con una perspectiva de largo plazo, busquen promover el ensanchamiento de la base de potenciales emprendedores, especialmente de aquellos con ambición de crecer (por ejemplo, políticas sobre los sistemas educativos). Estas políticas, sin embargo, no serán por sí solas suficientes sin la implementación de otras como aquellas que buscan desarrollar el mercado de capital emprendedor y el acceso al financiamiento, en general, o el fortalecimiento de capacidades y proyectos a través de tutorías y desarrollo de redes. Estas políticas también deben contemplar el papel de los incentivos y regulaciones sobre la creación y desarrollo de las nuevas empresas.
A su vez, estas políticas deben tener en cuenta las diferentes necesidades que enfrentan las empresas en sus distintas etapas de desarrollo organizacional (proyecto, empresa naciente, empresa joven). Es importante apoyar la creación pero también el escalamiento de empresas jóvenes; y eso requiere de instrumentos específicos. No sólo es importante generar nuevas firmas con desempeño dinámico sino también apalancarse sobre las mismas para potenciarlas y ensanchar el segmento de firmas medianas.
Por otra parte, las políticas deben incluir el objetivo de descentralización geográfica y contribución a la diversificación de los tejidos productivos dado que la creación de empresas con potencial de convertirse en fimas PyMEs está fuertemente concentrado. Para ello es muy importante adoptar una mirada basada en la emergencia y fortalecimiento de los ecosistemas emprendedores locales, promoviendo no sólo la creación de empresas, sino también el escalamiento y atracción de empresas existentes – en especial las jóvenes. De manera especial, resulta importante vincular estos ecosistemas emprendedores con los sectores dinamizadores de la economía y los clusters locales.