Hugo Kantis y Juan Federico, del Prodem, junto a Salomé Girandola, de CEPAL, revisaron la literatura sobre evaluación de políticas de emprendimiento, identificando sus limitaciones y desafíos. Finalmente, aportan algunas propuestas para avanzar en este camino.
En la presentación del trabajo, los autores postulan que “el reconocimiento del emprendimiento como motor de innovación y desarrollo productivo es cada vez mayor, tal como surge del creciente número de países que han implementado políticas destinadas a promover la creación y el desarrollo de nuevas empresas”.
Por esta misma razón, y entrando ya en la médula del tema estudiado, plantean que “es cada vez más necesario disponer de evidencias que permitan valorar la contribución efectiva de estas políticas públicas, conocer cuáles funcionan y cuáles no, así como también contextualizar bajo qué condiciones ello ocurre”.
Lamentan, sin embargo, que “son muy pocos los trabajos académicos que se dedican a reflexionar y a revisar la práctica asociada a la evaluación de las políticas vinculadas con el emprendimiento, en particular, y con el desarrollo productivo, en general”.
Definiciones y trabajos empíricos
Los autores identifican algunas definiciones claves en la literatura especializada. Así, determinan que “las evaluaciones persiguen tres tipos de objetivos. En primer lugar, objetivos de gestión (…). En segundo lugar, objetivos de rendición de cuentas y transparencia (…). Por último, objetivos de conocimiento y mejora continua”.
Posteriormente, el trabajo se propone “revisar la literatura empírica sobre las evaluaciones de impacto en el ámbito específico del emprendimiento. Este relevamiento tiene como finalidad conocer dónde estamos en materia de evaluaciones de impacto en el campo de las políticas de emprendimiento”.
Al detallar el relevamiento, explican que “revisaron working papers y artículos académicos publicados en revistas científicas especializadas y, por otro, evaluaciones y policy papers tanto de gobiernos nacionales como de organismos multilaterales”. En total, cuantifican, “se revisaron 95 documentos de los cuales, luego de un primer análisis de pertinencia, relevancia temática y actualidad de la publicación, se consideraron para este estudio unas 43 evaluaciones de impacto”.
Luego, en la determinación de las características de los programas y políticas cuyas evaluaciones fueron revisadas, “es posible señalar que se trata en general de programas de ayuda financiera, sea en forma exclusiva (42%) o combinada con otro tipo de apoyos (26%)”. Y enseguida estiman que los programas de asistencia financiera “son más sencillos de evaluar mediante estas técnicas, debido a la naturaleza misma del beneficio otorgado (dinero) y la posibilidad de mensurar las variables de interés en forma monetaria y relacionarlas con efectos sobre ventas o inversiones”.
Y agregan que “poco más de un tercio de las evaluaciones revisadas combinaron más de un tipo de beneficios, lo que hace más difícil poder separar los efectos de cada uno de ellos y definir el impacto de cada uno”.
En un cuadro, detallan cantidad y tipos de beneficios otorgados:
En cuanto a las variables estudiadas, encuentran que las evaluaciones tienden altamente a “centralizarse en aquellas que están relacionadas con el desempeño de las empresas tales como las ventas y/o la rentabilidad (58%), seguidas por el empleo (33%). Más atrás aparecen la creación o supervivencia de las empresas (26%)”.
Más adelante, observan una “casi ausencia de cualquier medición de impacto indirecto (…) este tipo de variables han sido incluidas en apenas 3 estudios de un total de 43”.
Posteriormente, en la subsección “Una parte esencial (del fenómeno emprendedor) es invisible a los ojos (de la evaluación de impacto)”, los autores determinan varios tipos de “oscuridades”, a saber: 1. Oscuridad teórica y epistemológica (Tipo 1); 2. La influencia del azar y/o la serendipia (oscuridad azarosa – tipo 2); 3. Oscuridad técnica (Tipo 3); 4. Oscuridad de información (Tipo 4).
Finalmente, en la sección “Reflexiones finales e ideas preliminares para enfrentar los desafíos”, advierten que: “La naturaleza dinámica y sistémica del proceso emprendedor sobre el cual las políticas pretenden impactar, no se condice con los presupuestos epistemológicos implícitos en las técnicas de medición de impacto”. Luego, agregan que “se identificaron varios aspectos no observables que limitan la posibilidad de atribuir de manera directa los resultados a las políticas, pudiéndose subvaluar o sobrevalorar el impacto de ellas.” Y más adelante cuestionan si “es posible esperar que los métodos econométricos disponibles, aún en su versión más avanzada, sean capaces de identificar y medir la diversidad de efectos que tienen lugar en el sistema y sus diversos actores”.
Por último proponen, entre otros caminos, “diseñar un sistema estratégico de aprendizaje y evaluación que permita avanzar hacia una mejor comprensión de las relaciones explicativas del fenómeno y, por ende, de los efectos atribuibles al programa, tanto directos sobre los emprendimientos y emprendedores como de los indirectos que inciden sobre el ecosistema”.
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