Allan Gibb tiene una larga trayectoria trabajando para y sobre entrepreneurship, como académico en la Universidad de Durham (donde es profesor emérito) y como consultor en diferentes países. Es también miembro del consejo consultivo de Prodem. Aquí, una entrevista exclusiva con Gibb, que entregaremos en dos partes.
1. Después de décadas de proclamar que las universidades deberían jugar un rol clave en el campo del entrepreneurship, ¿qué contribuciones podemos realmente esperar por parte de ellas?
A partir de una revisión de la práctica internacional llevada adelante como parte del “Leading the Entrepreneurial University Programme”, en la Universidad de Oxford, y la experiencia del Reino Unido a través del “Educator programmes for University staff”, de un amplio rango de enfoques disciplinarios, es claro que el rol emprendedor de las universidades puede cubrir cinco áreas claves.
Primero, tiene un importante rol en el intercambio y transferencia de conocimiento en todas las áreas disciplinarias, no sólo en ciencia sino también en las artes y las ciencias sociales. No es únicamente una cuestión de difusión de los resultados de las investigaciones; lo crucial es el compromiso por desarrollar avances que no necesariamente estén en la agenda de investigación, y además el deseo de aprender de dicho proceso. Esto implica tener el foco en los problemas y las oportunidades a los que se enfrenta la sociedad. Implícitamente, también, la tarea universitaria conlleva el compromiso por el intercambio de conocimiento, pues reconoce que las universidades ya no cuentan con el monopolio del saber, y que necesitan involucrarse crecientemente en “sociedades para aprender” con un amplio espectro de socios externos. Por la vía de estos procesos la universidad deja de ser una “organización que ya aprendió”, que sólo se comunica con publicaciones conocidas, para transformarse en una “organización que sigue aprendiendo”, a través de diferentes recursos y ámbitos.
En segundo lugar, las casas de altos estudios pueden desempeñar un rol importante en el desarrollo local y regional, a través de un proceso asociativo con el gobierno y el sector privado, frecuentemente descrito como el Modelo de Triple Hélice de desarrollo universitario.
En tercer lugar, un compromiso mayor con la internacionalización, que incluye no sólo abrir las puertas a los estudiantes del exterior, sino también involucrarse en alianzas internacionales para la investigación y el desarrollo, un fluido intercambio de los estudiantes y el staff de las universidades, apertura de campus internacionales, contratación de personal del exterior, y el compromiso por desarrollar una currícula y una cultura de intercambio con socios del exterior, no sólo a través de becas.
En cuarto lugar, el papel universitario puede ser importante al dictar educación emprendedora en la currícula de todos los departamentos o facultades de las universidades. Sin embargo, esto no implica un programa para la creación y el desarrollo de nuevas empresas, sino que apunta a crear oportunidades innovadoras en el contexto disciplinario al que se aplique, desarrollando habilidades emprendedoras a través de pedagogías innovadoras y aprendiendo cómo diseñar organizaciones emprendedoras de todo tipo. En el Reino Unido, la International Entrepreneurship Educators Programme (IEEP) convoca personal universitario de todo tipo de departamentos y disciplinas de base.
Quinto y último, las universidades deberían combinar los cuatro puntos señalados, convirtiéndose así en un eje regional y nacional para las innovaciones de todo tipo.
2. ¿Cuáles son las condiciones que las universidades deben cumplir para alcanzar los desafíos señalados? Y por otra parte, ¿estos desafíos son alcanzables, según su experiencia?
La condición esencial es que las universidades por sí mismas se conviertan en una organización emprendedora, sin amenazar su tradición de enseñanza e investigación, pero agregándole un fuerte foco sobre la relevancia del conocimiento. Ahora bien, una vez dicho esto en términos generales, veamos en qué áreas o temas esta institución debería ser también emprendedora.
En primer término, la universidad puede ser emprendedora en sus estructuras de gobierno. En la práctica, esto significa que se involucre completamente con los socios externos, haciéndolos partícipes del consejo universitario o de los órganos de gobierno de la universidad. Y estos socios, por cierto, deben estar activamente involucrados en la universidad, no sólo ocupar una silla en las reuniones.
En segundo lugar, el desarrollo empresarial está siendo parte, crecientemente, de las misiones o los objetivos de las universidades europeas. Parte de esta misión es para asegurar que las universidades no sólo sean “organizaciones que ya aprendieron” como las descriptas anteriormente, sino que implican una estrategia para “ganar” su propia autonomía en base a recursos externos de distintas fuentes (por ejemplo consultorías ligadas a sus saberes, transferencias de tecnologías, etc.), en vez de financiarse sólo con fondos públicos.
En tercer lugar, la universidad puede ser emprendedora en su diseño. Existe un movimiento en las universidades europeas hacia la creación de equipos de gobierno flexibles y pequeños, con unos pocos académicos senior y personal profesional trabajando muy cerca del Consejo de la Universidad. Este movimiento se encuentra más frecuentemente en las nuevas universidades, donde el poder del rectorado es menor. En términos generales, existe una tendencia que busca reducir la burocracia. En este mismo sentido, también puede existir un compromiso mayor para la aparición de innovaciones “de abajo hacia arriba” de todo tipo. Esto desafía el tradicional rol protector de las cabezas de departamento y su habilidad para resguardar su estatus y sus recursos. El eje se mueve hacia un sistema de recompensas construido en base a la capacidad de cada departamento para innovar, desarrollando nuevas currículas y pedagogías, nuevos programas, construir redes con el exterior, etcétera. El desafío pasa por dejar de ser un “protector de recursos” para ser un “campeón de la innovación”.
La clave de todo lo anterior está en el liderazgo emprendedor. El “Entrepreneurial University Leadership Programme”, en el Reino Unido, está diseñado para estimular el liderazgo personal y la capacidad de desarrollo organizacional estratégico del staff senior de las universidades, respondiendo a las cuestiones clave antes mencionadas. El elemento central es la creación de una visión sobre el Siglo XXI que esté preparada para tratar con, y sacar provecho de, las ventajas de un mundo global complejo e incierto: este mundo desafía muchas de las zonas de confort de las universidades tradicionales.