A partir de nuevos datos sobre la creación de empresas en la capital argentina, Hugo Kantis reflexiona sobre los factores que podrían amenazar al desarrollo emprendedor en la ciudad. Algo que también puede estar ocurriendo en otras grandes ciudades de América Latina.
La ciudad de Buenos Aires está considerada como una ciudad de emprendedores no sólo a nivel nacional sino también en el plano internacional. El ranking de ciudades emprendedoras elaborado por el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) la ubica en el puesto 7mo en el mundo sobre un relevamiento efectuado en ciudades de 42 países. Ello no debería sorprender si se tienen en cuenta algunos factores: un mercado local de buen poder adquisitivo y con gustos sofisticados, fuerte presencia de una clase media con elevado nivel educativo, instituciones universitarias de trayectoria, diversidad cultural influida por las corrientes inmigratorias, una densa base empresarial tanto de Pymes como de grandes empresas, un relevante peso de industrias culturales, de diseño y TICs (por caso, Buenos Aires es una de las capitales de América Latina con mayor fertilidad de empresas de videojuegos). Además, gobiernos locales de distinto color político han venido impulsando desde hace algunos años varios programas para fomentar el desarrollo emprendedor. Quienes participen del 1er Seminario-Taller para Profesionales del Ecosistema Emprendedor, entre el 25 y el 29 de abril, podrán comprobarlo en forma directa.
La pregunta del título, sin embargo, se basa en algunas tendencias recientes verificadas en la ciudad en materia de creación y destrucción de empresas. En un documento que elaboramos para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en base a cifras del Observatorio de Empleo y Empresas, la cantidad de nuevas aperturas tiende a ser decreciente, y aumenta el número de cierres de empresas. Inclusive, el saldo neto de creación se ha vuelto negativo. Es cierto que esta evolución es algo que también viene ocurriendo en toda la Argentina, pero el fenómeno es bastante más acentuado en la capital del tango.
Por otra parte, alguien podrá decir que lo importante no es la cantidad sino la calidad de los emprendimientos, y esto, en alguna medida, es cierto. Pero dado que, al menos en el corto y mediano plazo, la participación de nuevas empresas con mayor potencial (por ejemplo: las gacelas) suele ser una proporción relativamente fija del total, deberíamos estar seguros de que este comportamiento no esté afectando también a los segmentos de mayor calidad dentro del mundo del emprendimiento.
Indudablemente se requiere de un diagnóstico preciso para poder sugerir acciones de política aunque, de todas formas, es posible aportar algunos elementos para promover la reflexión y el debate.
Evolución de las aperturas y cierres de empresas en CABA en los últimos años
(Industria, Comercio y Servicios)
Una primera cuestión tiene que ver con la generación de flujo de emprendedores y de emprendimientos. La pregunta que surge entonces es: ¿en qué medida no se debería poner la lupa sobre los factores que inciden sobre el flujo de largo plazo (los emprendedores del mañana), y no sólo sobre los de corto plazo? La impresión es que los programas de política implementados hasta el presente, más allá de los retos que enfrentan, han sido aparentemente más efectivos en apoyar a los proyectos que ya estaban cerca de arrancar que en generar nuevos flujos de emprendedores en el largo plazo. Es razonable pensar de esta forma si se tiene en cuenta que aún no se han implementado políticas que afecten al sistema educativo, así como tampoco aquellas que buscan transformar el contexto más hard (sistema tributario, regulatorio, financiero, etcétera), algo que, por otra parte, también es una asignatura pendiente a nivel país. El proceso emprendedor en la ciudad es el resultado de factores de orden local y también nacional.
Por otra parte, cabe tener presente que, si la dinámica empresarial de nacimientos y muertes ha evolucionado más negativamente que en el resto del país, es muy probable que estén ocurriendo fenómenos más específicos en la ciudad. Por ejemplo, el encarecimiento de los costos de emprender (en dólares), que es muy superior al de otras partes del país como resultado de fenómenos de ¨congestión¨ (típico: alquileres). El tema no es menor, si se tiene en cuenta que una parte sustantiva del financiamiento emprendedor proviene de sus ahorros propios y de los de su círculo próximo, los que (en Argentina) suelen estar en dólares (o depósitos bancarios de bajo rendimiento relativo). Esta situación vuelve más acuciante la problemática del financiamiento. Habría que dimensionar los efectos de este fenómeno sobre el instrumento de capital semilla existente (su poder adquisitivo real), pero también se necesita desarrollar una oferta más amplia de instrumentos para ajustarse a las necesidades específicas de las distintas fases del ciclo del emprendimiento.
En este contexto, sería conveniente evaluar en qué medida las políticas actuales se ajustan a las necesidades específicas de los emprendimientos de mayor calidad/potencial. En lo inmediato, hasta que se logre impactar sobre un entorno que se ha ido volviendo más darwiniano, es clave poder contar con iniciativas para darles apoyo concreto.
Para finalizar, cabe agregar que este fenómeno estaría ocurriendo también en otras metrópolis latinoamericanas. El blog del Prodem ofrece la posibilidad para que nuestros lectores nos aporten más elementos acerca de estas cuestiones.