Jugosa entrevista radial a Hugo Kantis realizada hace pocos días en Buenos Aires. El director de Prodem también se refirió al peso positivo de la universidad pública y el desarrollo del capital social argentino. Pero descartó limitar las cosas a un único actor: “En los sistemas que funcionan bien, no es mérito sólo del gobierno, sino del conjunto de la sociedad”.
La entrevista fue realizada por el periodista Damián Kantor en su programa “Te Kantor la justa” que se emite por Radio Cultura 97.9 de Buenos Aires, Argentina.
A continuación, la transcripción editada de la conversación.
Damian Kantor: ¿qué pasó en los últimos 3 años en la Argentina como para que empeoraran tanto las condiciones para emprender, sin que se pudieran consolidar las empresas que nacen?
Hugo Kantis: Pasaron varias cosas, que habían empezado desde un poco antes. Si bien el reporte se concentra en el último trienio, toma información hasta finales del 2015. Es un proceso que comenzó 5 años antes. Si uno mira del 2011 al 2015, en particular, hay un deterioro, si bien aún la Argentina estaba entre los países líderes de América Latina en condiciones para emprender, posición que tampoco indica que estábamos fantástico. Yendo a tu pregunta, nos pasó que, por un lado algunos factores donde estábamos muy bien, por ejemplo las condiciones de la demanda, se cayeron. Y por el otro lado, se profundizaron algunos aspectos donde no estábamos bien en el punto de partida, y luego se empeoró. Estoy hablando de financiamiento, carga impositiva y regulaciones para determinadas operaciones internacionales. Inclusive, hay un cierto deterioro con algunas variables que tienen que ver con la cultura, por ejemplo la valoración que la sociedad hace de los emprendedores.
DK: Otro investigador, Rubén Ascúa, me decía que hay un problema congénito en la Argentina que impide generar empresas con mucho potencial. Explicaba que las universidades promueven más que los profesionales se orienten a buscar empleo en empresas ya consolidadas en lugar de generar emprendedores.
HK: Históricamente esto siempre fue así, coincido con él. Pero en los últimos años hubo numerosas casas de altos estudios que han tomado nota de que esto tiene que cambiar y empezaron a hacer cosas para moverse en dirección contraria o, mejor expresado, no contraria pero sí apuntando a que los alumnos no se formen únicamente para trabajar en empresas, y que puedan crearlas. Para saber en qué medida este camino está teniendo un impacto, necesitaríamos evaluarlo para sacar conclusiones más definitivas. Sí tenemos algunas pistas positivas al respecto.
DK: ¿En qué condiciones está la Argentina para los emprendedores? O expresado de otro modo: ¿de quién es la responsabilidad para cambiar esta tendencia decreciente de los últimos años: del gobierno, del sector privado, de las universidades?
HK: Esto es sistémico, es un sistema. Por supuesto a nivel de política de gobierno, hay mucho por hacer y algunas cosas ya se empezaron, como la creación de la Subsecretaria de Emprendedores, también ha habido anuncios de una futura Ley del emprendedor, se ha hablado de fondos de capital de riesgo; son todos anuncios, aún no concretados. A nivel internacional uno ve que los gobiernos se mueven muy activamente, los casos más exitosos muestran que los gobiernos tienen un papel activo para desempeñar. Y es un tema público-privado. Por ejemplo, nosotros estamos relevando la cantidad de empresas grandes, inclusive multinacionales, que están llevando adelante programas de innovación abierta apoyados en emprendedores, porque se dan cuenta de que sus negocios a mediano y largo plazo van a sufrir fuertemente, de la mano de los cambios tecnológicos. Por ello empiezan a promover este tipo de iniciativas que impactan positivamente sobre los emprendimientos, y lo hacen no por responsabilidad social ni como acciones de marketing, sino para ver hacia dónde van a ir sus negocios… Cuando se observan los sistemas que funcionan bien, se aprecia que la institucionalidad en torno de esto no es solamente pública, del gobierno, sino del conjunto de la sociedad.
DK: Hay rubros donde la Argentina sorprende, como el tecnológico. En la jerga académica, a las empresas muy jóvenes que crecieron muy fuerte, se las define como empresas unicornio. De las siete empresas que hay en la región en Latinoamérica, cuatro son argentinas: Mercado Libre, Despegar, OLX, Globant, de entre 10 y 15 años de antigüedad que alcanzaron o superaron el valor de cotización bursátil por arriba de los mil millones de dólares. Y no ocurre eso en otro sector muy fuerte del país como lo es el rubro alimentario, de donde no salió una nueva ARCOR. ¿Cómo se explica esa aparente contradicción?
HK: Ocurren dos cosas. Ahí yo creo que tenemos algunas fortalezas en el sistema educativo de la Argentina que, a pesar de las críticas que se le puedan hacer, tiene la base de universitarios más amplia – como proporción – de América Latina, en el sentido de la accesibilidad que tiene nuestro sistema educativo, con muchas casas de altos estudios de calidad que son públicas. Y por otro lado, una fortaleza que distingue a la Argentina que es su capital social, es decir, cuánto la sociedad facilita las redes de contacto, que son tan importantes como el financiamiento para los emprendedores. En eso estamos mucho mejor que el resto de los países de América Latina. Por otra parte, respecto de por qué tenemos tantos avances en empresas de tecnología: con tantas fuentes de formación como son las universidades, más un capital social que ayuda a tejer redes, que se suma a un componente de creatividad muy importante. A ello se agregan algunas políticas positivas para los sectores tecnológicos, como las leyes de software o programas como el FONSOFT, que ayudaron a los emprendedores como experiencias puntuales, algo que lamentablemente no se irradió al conjunto de emprendimientos. Y no se puede omitir algo general – más allá del caso argentino – respecto de que las barreras de entrada para los emprendimientos tecnológicos son más bajas que en el sector de alimentos y que en otros sectores. Porque los requerimientos de capital son más bajos, y son sectores muy pujantes que a nivel internacional siguen creciendo. Eso, naturalmente, también ayuda.