Lucía Casanovas, con el financiamiento de Friedrich Ebert Stiftun, determina que “los bajos beneficios económicos relacionados a la formación de capital social podrían estar relacionados a factores económicos estructurales”. En especial, enfatiza el problema de los mercados laborales bolivianos, “concentrados fundamentalmente en el autoempleo y sin la dotación necesaria de capital y conocimiento”.
Introducción
Con el objetivo de construir una base de datos empírica que permita hacer un análisis del estado de situación del contexto cultural e identitario de los altopaceños, la Fundación Friedrich Ebert Stiftung – Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (FES-ILDIS), en el marco del “Proyecto integrado para la medición del capital social y la identidad” levantó, a finales de 2008, una encuesta en las ciudades de La Paz y El Alto y las localidades de Achocalla y Mecapaca. Pretendía favorecer la construcción de una radiografía de la identidad, valores, creencias y sociabilidad de los altopaceños además de la relación de ese contexto sociocultural con la economía del departamento.
En ese contexto, en el presente trabajo se realiza un análisis del capital social de los altopaceños desde una perspectiva de desarrollo económico. El trabajo se encuentra estructurado de la siguiente manera. En la primera parte se describen los principios básicos de la teoría económica y los mecanismos mediante los cuales éstos pueden interactuar con el capital social, conduciendo a resultados eficientes que pueden incrementar el bienestar de las personas.
En la segunda parte se analizan y describen los resultados de investigaciones empíricas que respaldan y a su vez se sustentan sobre la base de la teoría anteriormente mencionada. En esta sección se describe la evidencia empírica del capital social tanto en el comportamiento de las unidades productivas como en el de las personas. Para concluir la segunda parte, se replica un modelo desarrollado en 1999 en el que se evalúa la significancia del capital social para reducir la probabilidad de percibir bajos ingresos.
Los resultados del modelo evidencian que las personas que tienen acceso a educación, cuentan con un trabajo asalariado, pertenecen a al menos un grupo y son hombres tienen menor probabilidad de percibir bajos ingresos. Por otra parte, no se encontró evidencia de que el tipo de capital social (relacionado o no a factores económicos) o el tipo de beneficio que los encuestados perciban recibir de los grupos a los que pertenecen, tenga un efecto significativo en la generación de ingresos.
Adicionalmente, se demostró que percibir bajos ingresos así como residir en La Paz (en contraposición a residir en El Alto o en alguna de las dos localidades analizadas) son variables que están negativamente relacionadas con la probabilidad de formar parte de un grupo.
Conclusiones
– El capital social se traduce en confianza, normas y valores compartidos que influyen las expectativas y el comportamiento de los individuos pudiendo generar efectos beneficiosos desde un punto de vista económico e incidir positivamente en el bienestar de las personas.
– El capital social genera efectos beneficiosos (i) al ser un mecanismo indirecto de generación y difusión de información y (ii) al generar sentimientos altruistas promoviendo la maximización del bienestar general.
– De acuerdo a estudios pasados, en Bolivia el contexto institucional ocasiona que únicamente riesgos de cambios en condiciones de mercado o de fortuna familiar y personal sean identificados como problemas comunes que pueden/deben ser resueltos de manera coordinada mientras que problemas del ambiente microeconómico deben resolverse minimizando la interdependencia.
– Por otra parte, en relación al rol del capital social en el comportamiento de las personas, pasadas investigaciones determinaron que las variables más explicativas del crecimiento de los ingresos del hogar son la escolaridad, la etnicidad, la condición migrante, el tipo de inserción laboral y la dotación de capital social.
– En el modelo desarrollado en el presente trabajo, los resultados evidencian que el nivel de instrucción, el ser hombre, el tener una inserción laboral estable (asalariado) y el pertenecer al menos a un grupo, reducen la probabilidad de percibir bajos ingresos.
– Adicionalmente, la evidencia mostró que el percibir bajos ingresos y el residir en la ciudad de La Paz reduce la probabilidad de pertenecer a un grupo. Queda indeterminada la causalidad entre ambas variables.
Entonces ¿qué está detrás de la relación entre capital social y desarrollo en los altopaceños? Si bien el análisis de los resultados evidencia la existencia de algún tipo de relación entre capital social y generación de ingresos, las redes analizadas, por su naturaleza, no proveen necesariamente de un beneficio económico de la forma en la que la teoría económica lo predice. Consecuentemente, ¿por qué pareciera no existir una relación directa entre capital social y beneficio económico?
Un primer elemento a considerar es que la evidencia muestra que los factores de fragmentación identitarios o étnico culturales no son determinantes en la conformación de redes y, en general, no parecen haberse traducido en acciones de confrontación y violencia. Consecuentemente, el impedimento pareciera no estar en los altos niveles de heterogeneidad de la sociedad.
Por otra parte, los datos evidencian altos niveles de desconfianza en personas e instituciones, además de mayores índices de afiliación a grupos religiosos, recreativos y políticos que a grupos de carácter económico. Consecuentemente, y dada la evidencia presentada en otros trabajos de investigación, los bajos beneficios económicos relacionados a la formación de capital social podrían estar relacionados a factores económicos estructurales.
La precariedad de los mercados laborales bolivianos concentrados fundamentalmente en el autoempleo y sin la dotación necesaria de capital y conocimiento que permita un crecimiento virtuoso basado en la innovación, ha ocasionado que la competencia se base fundamentalmente en la reducción de costos de producción que se traducen de manera directa en un sacrificio de la mano de obra y, consecuentemente, la reproducción de condiciones de pobreza y marginalidad. En este contexto, los incentivos de las personas a conformar redes con motivaciones económicas son nulos dado que las personas que componen los círculos más cercanos son también la mayor competencia. Este factor, sumado a los altos niveles de riesgo y vulnerabilidad, resulta en la fragmentación de la actividad económica y en estrategias más relacionadas con la supervivencia que con la generación de valor o riqueza.
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