La pandemia de COVID-19 y las consiguientes medidas de aislamiento a nivel global implicaron una aceleración de la transición digital y, por tanto, la necesidad de afrontarla y captar sus oportunidades por parte de las ciudades. Hoy en día, el acceso a la infraestructura digital, y la predisposición de la población a utilizar plataformas virtuales, influyen tanto o más que otros factores culturales, sociales, económicos, políticos y regulatorios, que tradicionalmente han determinado el potencial emprendedor urbano.
Es por ello que, entre las condiciones para transitar un sendero de modernización y diversificación del tejido económico urbano, en la actualidad se destacan: las capacidades y requerimientos tecnológicos derivados de la transformación del entramado industrial, las renovadas estrategias de formación laboral técnico– profesional, y la conformación de nodos de servicios al emprendedor de sectores dinámicos basados en el conocimiento, la vinculación científico-tecnológica entre universidades, centros de I+D y polos productivos. Es claro que estas nuevas condiciones se presentan como necesarias en el presente, sin por eso suponer garantía de éxito al final del camino, en el marco de una globalización acelerada y eventos disruptivos que representan desafíos mayúsculos para la planificación.
Al mismo tiempo, los factores de base de la “vieja economía” continúan presentes en el desarrollo del potencial emprendedor y probablemente siga así durante las próximas décadas. Entre ellos se destacan: el capital humano emprendedor y sus factores formadores (condiciones sociales de las familias, cultura emprendedora local y el rol del sistema educativo), la existencia de factores dinamizadores de oportunidades de negocios a nivel local (condiciones de las empresas, contribución de las instituciones de ciencia y tecnología al surgimiento de innovaciones), los canales de captación de oportunidades extra-locales y, finalmente, factores que contribuyen a la concreción de las propuestas de valor y el desarrollo de los emprendimientos (fundamentalmente, el capital social para tejer redes de contacto y el financiamiento y accionar de los gobiernos a través de sus políticas y regulaciones).
La sociedad digital, del conocimiento y de la economía de plataformas han reforzado el valor de la proximidad y las ciudades. En El triunfo de las ciudades, Edward Glaeser describe de manera empírica cómo a medida que la población mejora su nivel educativo, aumenta su nivel de desarrollo económico. En las últimas décadas, la correlación entre formación y productividad urbana se ha acrecentado de manera exponencial. De esta manera, la post-pandemia nos lleva a un emprendedurismo cada vez más digital, en un mundo cada vez más urbano. Hacer foco en esta dinámica es esencial para el desarrollo humano.
La presente publicación pretende aportar al entendimiento de los procesos de digitalización, las oportunidades para los emprendimientos digitales y la economía de plataformas en el contexto post-COVID-19. En esta línea, se propone evaluar los desafíos para la sociedad y los emprendedores. A través de diferentes metodologías y el análisis de casos exitosos nacionales e internacionales, el documento analiza el rol de las ciudades y los ecosistemas locales como espacios de innovación para el fomento de emprendimientos digitales. El informe también propone un desarrollo metodológico para el análisis de los ecosistemas, en su capacidad de fomentar el emprendedurismo. Dicho desarrollo se basa en el ICEC-Prodem, integrando la dimensión digital. Finalmente, la integración de resultados lleva a una serie de recomendaciones de política para el desarrollo de ciudades intermedias como polos de emprendimientos digitales.
Esta investigación se realizó en el marco del proyecto ‘Desarrollo de la Economía de Plataformas en ciudades como instrumentos para promover la inclusión social, el emprendimiento y la innovación’, implementado por CIPPEC con el apoyo de BID Lab (el Laboratorio de Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo). El objetivo de este proyecto fue contribuir a mejorar la calidad de vida y generar oportunidades económicas para los habitantes de ciudades argentinas, usando las posibilidades de la economía de plataformas como palanca para facilitar un mejor acceso a servicios y oportunidades.