A partir de la salida de la convertibilidad, el escenario económico en el que toman decisiones las empresas estuvo caracterizado por la presencia de amplias oportunidades de negocios.
Ellas han estado relacionadas, por ejemplo, con la sustitución de importaciones, con la posibilidad de avanzar hacia mercados externos, con la explotación de demandas de mercado más complejas (fruto del cambio tecnológico y de la sofisticación del consumo) y con el abastecimiento de un mercado interno que, luego de recuperarse en forma vigorosa después de la crisis, siguió creciendo a tasas muy significativas hasta el último año.
¿Fueron estas condiciones suficientes para estimular la adopción de conductas empresariales proactivas? ¿En caso afirmativo, han logrado impactar sobre los planos de la inversión, la gestión comercial, la dimensión tecnológica y el desarrollo organizacional?
¿De ser así, en qué medida promovieron un cambio estratégico y organizacional profundo? ¿Qué obstáculos enfrentaron las empresas para avanzar en esa dirección? ¿Qué políticas demandan para encarar sus principales desafíos?
Los objetivos de este estudio incluyen:
a) conocer en qué medida se ha venido verificando un proceso de cambio empresarial profundo (por ejemplo a nivel de exportaciones, gestión tecnológica, escala y especialización).
b) identificar que obstáculos podrían inhibir los esfuerzos empresariales en dicha dirección o bien limitar sus resultados.
c) detectar brechas entre tales conductas ¨virtuosas¨ (o deseables) y la realidad a los efectos de definir el espacio de demandas de política.
d) ayudar a detectar áreas de políticas orientadas a cerrar tales brechas.
Para responder a estas preguntas se realizó una encuesta a cerca de 250 empresas metalmecánicas localizadas en un importante número de centros geográficos del país. Se buscó una adecuada participación de las distintas actividades sectoriales, diferentes ámbitos provinciales y tamaños de empresa que dan vida a la metalmecánica argentina, de modo de alcanzar grados de representatividad adecuados. A continuación se resumen los principales resultados de la encuesta y algunas implicancias de política.
El sector metalmecánico está compuesto, fundamentalmente, por empresas PyME cuya estructura de compras está muy concentrada en pocas firmas proveedoras. El nivel de los recursos humanos que emplean es elevado e inclusive una parte no menor de los titulares son universitarios.
La mayoría de las empresas tiene una importante trayectoria en el mercado y están lideradas por empresarios que aún al día de hoy desempeñan un rol protagónico en la gestión de las mismas. Los niveles de recambio generacional y empresarial son limitados según se constata a través de la reducida presencia de empresas y de empresarios jóvenes.
En los últimos cinco años sus principales estrategias han combinado la atención privilegiada del mercado interno con la realización de apuestas, menos ambiciosas, a la actividad exportadora. Desde la perspectiva de las fases en que suele clasificarse el proceso de internacionalización de las empresas, la mayoría se encuentra en una etapa embrionaria, caracterizada por niveles modestos de exportación sobre ventas y por el predominio de las colocaciones en mercados próximos.
Además, buena parte ha asumido la actividad exportadora en forma regular recién a partir de la salida de la convertibilidad, es decir, una vez que recibieron señales favorables en materia de precios relativos. Junto a este perfil mayoritario también existen dos subgrupos.
Uno de ellos está compuesto por exportadores más activos, tanto en lo que se refiere a sus coeficientes de exportación como al grado de sofisticación de los mercados que atienden y el otro por un núcleo de empresas que si bien no han comenzado a exportar aún prevén hacerlo en el futuro.
Si se suma la cantidad de empresas que ya exporta y el de aquellas que prevé hacerlo es posible concluir que existe una masa muy importante de firmas metalmecánicas para trabajar en el apoyo de la actividad exportadora, ya sea contribuyendo a que realicen sus primeras armas o bien a que den nuevos pasos hacia posiciones exportadoras más avanzadas.
Las principales estrategias de las empresas han estado focalizadas en la diferenciación respecto de la competencia (en base a calidad y diseño) y, en menor medida, en la segmentación de mercados, la diversificación de productos y la oferta de productos innovadores.
Pero los resultados alcanzados con las mismas han sido limitados, especialmente en el caso de aquellas que han realizado esfuerzos para exportar. Además, la efectividad en el campo de la innovación de producto ha sido muy baja, no sólo en términos de patentamiento sino en el de la incidencia de los nuevos productos sobre las ventas.