La implementación de criterios ESG (Environmental, Social, and Governance) para medir la sostenibilidad empresarial enfrenta desafíos clave, desde su comprensión y adopción por inversores hasta la falta de indicadores que aborden impactos a nivel de ecosistema. A pesar de avances y crecientes exigencias regulatorias, su integración efectiva aún requiere superar desafíos para promover un impacto real y duradero.
La transición hacia ecosistemas sostenibles presenta desafíos significativos. Por un lado, los actores involucrados en el apoyo a los emprendimientos sostenibles deben asumir nuevos roles y funciones. Por otro, existe una necesidad creciente de contar con indicadores claros para medir las prácticas sostenibles y los impactos generados por estas empresas y emprendimientos.
En este sentido, en los últimos años se han comenzado a difundir los criterios ESG (Environmental, Social, and Governance). Si bien todavía su circulación está limitada a un segmento de inversores y organizaciones muy especializadas, éstos buscan dar un marco para medir el compromiso de las empresas con la sostenibilidad de sus actividades, sin desatender los aspectos económicos y financieros. Los criterios ESG se dividen en tres grandes áreas de medición:
Ambientales: emisiones de CO2, uso eficiente de energía y agua, respeto por la biodiversidad, entre otros.
Sociales: trabajo decente, igualdad, cadenas de valor responsables, educación y reducción de la pobreza.
Gobernanza: ética empresarial, códigos de conducta, transparencia y prácticas legales.
Un reciente reporte de Pitchbook, presenta los resultados de su encuesta sobre Sustainable Investment a partir de la cual analizan las perspectivas sobre ESG a nivel global. Los resultados para 2024 son los siguientes:
El 64% de los encuestados consultados incorporan los criterios ESG en sus decisiones de inversión.
Entre quienes aplican los criterios ESG a la hora de invertir, el 82% rechazó inversiones por preocupaciones relacionadas con estos factores. Los factores decisivos que han llevado a rechazar una inversión están relacionados a los criterios de gobernanza y los ambientales.
Entre quienes no aplican los criterios ESG, las principales razones de su rechazo es que los conciben como “señales de virtud sin fundamento” o “pura palabrería y nada de acción”. Asimismo, hay quienes consideran que su adopción implica cambios significativos en las estrategias de inversión, aceptando rendimientos por debajo de los del mercado.
Los tres principales desafíos de la Implementación de los ESG son (a) diferencias en la comprensión del significado de los criterios ESG entre los inversores, (b) dificultad para recopilar datos sobre factores ESG de las empresas de la cartera y (c) dificultad para evaluar si los esfuerzos en la adopción de prácticas asociadas a los ESG son efectivos debido a la falta de datos de mercado para comparar.
La mayoría de los encuestados por Pitchbook, reconocen que las inversiones con un enfoque sostenible se han mantenido estables en los últimos años. Sin embargo, hay quienes perciben una disminución en este tipo de inversiones debido a que las condiciones macroeconómicas “desfavorables” están obligando a las empresas a centrar sus esfuerzos en mejorar las operaciones regulares y las iniciativas asociadas a los ESG se están dejando en un segundo plano. Otros consideran que la adopción de los ESG es un aspecto “agradable de tener” pero que no incide en la decisión de la inversión, lo cual resta incentivos a los emprendedores a perseguir tales criterios.
Pero también, hay quienes, sobre todo en Europa, están viendo un mayor interés por las practicas sostenibles entre las empresas debido principalmente a que los problemas no resueltos en este ámbito serán impulsores de malos resultados económicos en el futuro. Es decir, empiezan a ser reconocidos como un riesgo en el largo plazo para las actividades productivas. Entre estos problemas destacan los conflictos geopolíticos anclados en la energía, el clima y los derechos humanos, el aceleramiento del cambio climático, el aumento de la polarización política y la amenaza a la democracia.
Los criterios ESG en la actualidad son empleados principalmente por grandes empresas y ciertos inversores institucionales y como muestra la encuesta de Pitchbook no están exentos de críticas, desafíos y limitaciones a resolver. Su implementación en emprendimientos más jóvenes y otros actores del ecosistema aún es incipiente. Hasta ahora, los indicadores ESG se han utilizado para evaluar impactos a nivel individual (micro), quedando pendiente su adaptación para medir el impacto a nivel del ecosistema como un todo (nivel meso), lo que representa una oportunidad para avanzar hacia un enfoque más integral.
En Prodem, estamos trabajando en un modelo conceptual para el desarrollo de ecosistemas sostenibles que impulsen el emprendimiento de impacto y permita contar con algunos indicadores que potencialmente puedan servir para medir su desempeño.
Para quienes quieran profundizar sobre los resultados del estudio, les dejamos aquí el link para acceder al reporte completo en Pitchbook.