El mundo se está transformando de forma vertiginosa con la profundización del cambio tecnológico y la irrupción de nuevos modelos de innovación donde las nuevas empresas juegan un papel protagónico. América Latina enfrenta el desafío de formar parte de este proceso; de lo contrario, se acentuará su rezago estructural. Muchos países de la región han tendido a incrementar la inversión pública en Investigación y Desarrollo (I+D). En ese contexto, la creación de Emprendimientos de Base Científico-tecnológica (de aquí en adelante, ECT) debe ser uno de los pilares de las estrategias de innovación, teniendo como marco la construcción y explotación de capacidades científico-tecnológicas. El presente documento busca estimular el diálogo en torno a este desafío, para lo cual: i) propone un
enfoque conceptual; ii) retrata algunos casos de los ECT latinoamericanos; iii) analiza las condiciones actuales para su surgimiento y desarrollo; iv) detalla referencias a experiencias internacionales de fomento, y v) propone recomendaciones de política.
En el enfoque conceptual propuesto, la creación y el desarrollo de ECT depende de un conjunto de condiciones organizacionales y sistémicas. Las primeras refieren al mundo académico y científico, incluidas la vinculación de las agendas de investigación con los problemas de la sociedad y las empresas, la cultura institucional y las reglas de juego con las que trabajan los académicos e investigadores, así como también los procesos de creación de ECT. A su vez, estos aspectos se insertan en el más amplio conjunto de condiciones sistémicas que incluyen a la cultura de la sociedad, los procesos formativos a través de la educación, el papel de las empresas, el capital social, el financiamiento público y privado, las regulaciones y las políticas públicas.
En la región existen casos de ECT que exhiben algunos aspectos comunes y otros diferenciadores. Se aprecia la existencia de esfuerzos de I+D vinculados a la resolución de problemas, la participación directa o indirecta de académicos y científicos, y la vinculación, en varios casos, con laboratorios de universidades. También hay casos de respaldo público a la investigación y a la creación de la empresa, ya sea a través de incubadoras o capital semilla. Los ejemplos más notorios muestran logros en términos de inversiones, conquista de grandes clientes y reconocimiento público en los medios de comunicación. Sin embargo, también existe diversidad en el perfil de los equipos emprendedores y los procesos de emprendimiento, que trascienden los límites de las spin-off científicas tradicionales.
Partiendo de su propia experiencia y conocimiento, los estudiantes y graduados de maestrías o los ingenieros con experiencia laboral se vinculan con investigadores y laboratorios a fin de desarrollar emprendimientos que atiendan los problemas que se detectan, aprovechando la plataforma de activos tangibles e intangibles de las instituciones científicas y tecnológicas.
La pregunta clave es por qué no existen más ECT en la región. El análisis indica que, aun cuando existen diferencias entre los países, los principales déficits tienen que ver con la débil contribución de la plataforma de ciencia y tecnología y de las empresas al surgimiento de propuestas de valor innovadoras. Las agendas de investigación suelen estar poco vinculadas con los problemas de la sociedad y de las empresas, y las reglas de juego del mundo académico y científico restringen, con distinta fuerza en cada país, la creación de ECT. Los déficits se dan en un contexto general de cuellos de botella en capital humano, capital social, financiamiento, regulaciones y políticas públicas. En los últimos años, algunos países de la región han desplegado iniciativas que deberían formar parte de una agenda de transformación más ambiciosa, tal como viene ocurriendo en otras latitudes a nivel internacional. De ser así, la región podría generar cerca de 3.000 ECT en los próximos cinco años. Y el resultado sería aún mayor si se profundizaran las iniciativas de I+D, un camino que, de todos modos, resulta ineludible.** En países como Alemania, España, Israel, Finlandia, Noruega y Suecia existen políticas y programas para promover los ECT que
cubren distintas dimensiones ligadas al enfoque sistémico y organizacional propuesto. Por un lado, existen iniciativas que buscan generar un marco cultural estimulante, a nivel general y también de los futuros académicos, a fin de aumentar su vinculación con la creación de ECT. Otras fomentan el cambio en la cultura de las organizaciones y de los investigadores. Asimismo, se observa una tendencia a prestar cada vez más atención a las actividades de transferencia; por ejemplo, a través de los criterios de evaluación que aplican los fondos que financian los proyectos de investigación; de las reglas propias de las instituciones académicas y científicas; de las nuevas leyes de innovación, y de los programas específicos que buscan estimular e institucionalizar las actividades de transferencia.
Un campo muy importante de transformaciones tiene que ver con compatibilizar la carrera del investigador y la creación de un ECT y con facilitar su participación en la propiedad y gestión de la empresa. Por último, están los programas que, a través de distintos instrumentos, desarrollan la oferta de respaldo técnico y financiero a las distintas etapas del proceso de emprendimiento.
Del análisis de las características y el contexto de los ECT en la región, así como de las tendencias internacionales en políticas públicas, surgen algunos lineamientos orientadores que pueden ayudar a definir estrategias apropiadas, teniéndolas en cuenta en mayor o menor medida según la realidad de cada país. Estos lineamientos se incluyen en la última sección, “Conclusiones y recomendaciones de política”.